El Estado mexicano plantea la elección directa de 881 jueces, magistrados y ministras de la Suprema Corte. Sin embargo, el modelo proyecta que más del 85% del electorado podría abstenerse, al combinar altos niveles de desinformación, apatía y desconexión con el sistema judicial.

Mexconomy - ¿Qué sucede cuando un país entrega al pueblo la decisión sobre cargos que el pueblo no conoce? México está por vivir una elección sin precedentes: 881 cargos del Poder Judicial Federal serán votados en urnas por primera vez. Entre ellos, nada menos que las y los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, magistraturas del Tribunal Electoral y juzgadores de distrito.

El proyecto, promovido bajo la bandera de la “democratización” del poder judicial, enfrenta una paradoja trágica: la inmensa mayoría del electorado no sabe qué se vota, ni por qué. Datos recientes revelan que 8 de cada 10 mexicanos no saben en qué consiste esta elección, y 6 de cada 10 no tienen intención de informarse. Solo el 17% ha tenido contacto con algún juez en su vida.

Entre los cargos a elegir destacan:

- 9 Ministras y Ministros de la Suprema Corte
- 2 Magistraturas de la Sala Superior del TEPJF
- 15 Magistraturas de Salas Regionales
- 5 integrantes del Tribunal de Disciplina Judicial
- 464 Magistraturas de Circuito
- 386 Juzgadoras y Juzgadores de Distrito

Estos perfiles resuelven desde conflictos electorales hasta amparos por violaciones a derechos humanos. Pero en lugar de explicar su relevancia, el gobierno ha reducido el proceso a una batalla política entre “el pueblo” y “la élite judicial corrupta”. El ciudadano queda así atrapado en un laberinto institucional sin mapa.

El modelo de abstención de Mexconomy proyecta un contundente 85%. Las causas son múltiples: desinformación masiva, apatía social, bajo nivel educativo, desconocimiento institucional y una falta total de precedentes.

Más que una elección, lo que se avecina es una simulación democrática: participación sin comprensión con muchos votantes acarreados.

La Corte es el tribunal constitucional más importante del país. Sus decisiones moldean nuestras libertades, redefinen nuestros derechos y trazan los límites del poder. Pero en lugar de construir ciudadanía judicial, el sistema ha optado por una pedagogía simulada que encubre el desinterés estructural.

Con este grado de desconexión, la boleta judicial no será una herramienta de elección, sino un acertijo incomprensible para millones. Y un voto sin comprensión no solo es inerte: es un acto que destruye, en silencio, los cimientos de la democracia.