El brote de fiebre amarilla que golpea a Colombia no solo expone la fragilidad sanitaria del país, sino que revela un patrón preocupante: el calentamiento global está ampliando la geografía de los virus transmitidos por vectores, como el mosquito Aedes aegypti, con implicaciones directas para América Latina y potenciales riesgos para México.
Mexconomy - Con 20 muertes confirmadas en lo que va del año y un total de 47 contagios, el gobierno del presidente Gustavo Petro se prepara para declarar una emergencia sanitaria y económica a nivel nacional. Se trata de un salto inusual en las estadísticas: en 2024 se registraron apenas 23 casos, aunque ya con una alta letalidad (13 fallecimientos).
El epicentro del brote es el departamento del Tolima, en el centro del país, donde se han concentrado 41 de los 47 casos actuales. El Ministerio de Salud ha comenzado a vacunar a más de 54 mil personas en zonas de riesgo, incluyendo a mayores de 59 años, un grupo que hasta enero de este año no era cubierto por la inmunización regular contra fiebre amarilla.
Pero más allá de la respuesta sanitaria inmediata, las causas del brote apuntan a un fenómeno más profundo: la alteración del comportamiento de vectores como el mosquito Aedes aegypti debido al cambio climático. La declaración de Petro es clara: “El calor en aumento de la atmósfera ahora hace que el mosquito suba las montañas, pase los páramos y puede penetrar en las ciudades, incluida Bogotá”.
El desplazamiento altitudinal de especies transmisoras representa una nueva etapa en la epidemiología de enfermedades tropicales. La fiebre amarilla, hasta ahora contenida en ecosistemas selváticos o rurales, se abre paso en entornos urbanos de altura, ampliando su alcance y complicando las estrategias de contención.
Desde el punto de vista económico, el decreto de emergencia implicará reasignaciones presupuestarias, suspensión de actividades y afectaciones a la movilidad y el turismo. Las regiones impactadas, en especial Tolima y Huila, podrían enfrentar una reducción en inversiones y afectaciones a la productividad agrícola si la situación se extiende o recrudece.
En paralelo, la expansión de la fiebre amarilla puede elevar los costos del sistema de salud, especialmente si se deben extender campañas de vacunación masiva, fortalecer redes de vigilancia epidemiológica o financiar internamientos hospitalarios.
La pregunta es: ¿puede propagarse a México?
La probabilidad de propagación regional no es menor. El vector Aedes aegypti está presente en gran parte de América Latina, incluyendo México, donde es conocido por transmitir otras enfermedades como dengue, zika y chikungunya. Aunque la fiebre amarilla ha estado mayormente ausente del país por años, el aumento de temperaturas y el desplazamiento del vector a zonas más elevadas podrían abrir brechas geográficas antes inmunes.
El tránsito aéreo y terrestre entre Colombia y países vecinos, sumado a déficits de cobertura vacunal en algunas regiones, eleva el riesgo. México, que comparte condiciones climáticas similares en estados como Chiapas, Oaxaca, Guerrero y la Península de Yucatán, debe reforzar la vigilancia epidemiológica y los esquemas de vacunación preventiva en zonas con alta densidad de vectores.
La alerta en Colombia no debe ser vista como un hecho aislado. Es una señal temprana de un patrón que, impulsado por el cambio climático, podría replicarse en otras latitudes si no se adoptan medidas integrales de prevención regional. La fiebre amarilla, enfermedad prevenible pero letal, reingresa así en el radar de amenazas sanitarias con potencial de impacto económico y social de gran escala.
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