La tos ferina ha matado ya a 45 bebés en México, la mayoría sin vacunar. Mientras Puebla concentra uno de los estados con la mayor letalidad, los datos oficiales generan más dudas que certezas: pocos casos confirmados, cifras bajas, pero una letalidad brutal. Algo no cuadra.

Puebla de Zaragoza, Pue.- La tos ferina, una enfermedad prevenible mediante vacunación, está causando estragos mortales en Puebla. A nivel nacional la Secretaría de Salud federal ha confirmado 749 casos y más de 2 mil 700 sospechosos en al menos 15 estados, con una cifra devastadora: 45 bebés muertos, todos sin vacunar.

Hay un punto que sobresale con inquietante gravedad: Puebla es uno de los tres estados con mayor letalidad registrada. Sin embargo, al revisar los datos oficiales, lo que se encuentra es una mezcla de cifras improbables y aparentes intentos por maquillar la magnitud del problema.

Según el reporte oficial, Puebla presenta apenas 7 casos confirmados y 27 probables. La tendencia epidemiológica se reporta como 0.08, pero lo verdaderamente alarmante es el dato de letalidad: 28.6%. Es decir, casi 3 de cada 10 casos detectados terminan en muerte. Ese índice no solo es extraordinariamente alto: es un indicio claro de que algo anda muy mal, ya sea en la vigilancia epidemiológica, en la atención o, peor aún, en la transparencia de las cifras.

En este contexto nacional alarmante, la Secretaría de Salud en Puebla, con Carlos Alberto Olivier Pacheco al frente, ha reforzado públicamente un discurso con el “compromiso del Gobierno del Estado y los Servicios de Salud con los derechos de niñas, niños y adolescentes”. La ironía es brutal: en este mismo estado, bebés mueren de una enfermedad prevenible mientras el discurso oficial insiste en protegerlos.

¿Dónde están los verdaderos números? Si Puebla es una de las entidades con mayor letalidad, pero apenas reporta siete contagios confirmados, ¿cuántos casos no se están documentando? ¿Cuántos bebés están muriendo sin que su fallecimiento se clasifique correctamente? ¿Por qué las autoridades estatales insisten en minimizar la situación estadísticamente mientras la enfermedad avanza sin control?

A nivel nacional, 20 de las víctimas eran recién nacidos menores de dos meses. El resto tenía entre tres y once meses. Todos sin antecedentes de vacunación. No se trata de una epidemia espontánea, sino del resultado de un sistema de salud que ha descuidado lo más básico: garantizar que cada bebé reciba a tiempo el esquema de inmunización.

Ante la creciente emergencia, la Secretaría de Salud federal inició operativos urgentes de vacunación en zonas de alto riesgo. En Puebla, donde las cifras oficiales no parecen reflejar la gravedad del problema, la reacción de vacunación llega tarde y descoordinada.

La tos ferina no es nueva. Es un viejo enemigo conocido, que regresa cada vez que el sistema baja la guardia. Y cuando lo hace, cobra las vidas más indefensas: aquellas que aún no pueden hablar, pero que hoy deberían estar vivas si se hubiera actuado a tiempo.

Así, mientras Puebla enarbola el compromiso con los derechos infantiles, los registros oficiales esconden lo que las lápidas no pueden: que algo muy grave está pasando, y que callarlo es también permitirlo.