Mientras el fuego consume los cerros de Atltzayanca, la indignación ciudadana se extiende como brasas vivas contra la gobernadora Lorena Cuéllar, ausente en la tragedia pero presente en actos protocolarios. En Tlaxcala, no hay infraestructura para apagar incendios, pero sí blindaje político.
Tlaxcala, TLax.- En Atltzayanca, las llamas devoraron al menos 150 hectáreas de bosque. Las autoridades aseguran que los incendios fueron provocados, pero lo que más ha dolido no ha sido la causa, sino la ausencia. Mientras combatientes y ciudadanos suben al cerro con palas, cubetas y oraciones, la gobernadora Lorena Cuéllar vacacionaba..
En redes sociales, la furia se encendió tanto como los pastizales: “¡En Tlaxcala no hay gobernadora!”, se lee en cientos de comentarios. Y es que, mientras la gente de Atltzayanca luchaba contra el fuego sin equipo, sin agua y sin refuerzos, Cuéllar tras asistir a la inauguración de obras públicas, se fue de vacaciones. Ni siquiera un gesto de presencia, solo silencio, y una transmisión en vivo que luego fue eliminada.
Hoy aparece encabezando una reunión. Pero no es la primera vez que el gobierno estatal responde con represión o indiferencia. Durante la marcha del 8M, se usó un tanque con agua a presión para dispersar a las manifestantes. Meses después, Tlaxcala gastó 56 millones de pesos en camionetas blindadas para proteger a la mandataria en un estado que ella misma presume como “seguro”. Seguridad para unos pocos, vulnerabilidad para el resto.
La población respondió donde el gobierno no lo hizo: habitantes conmovidos, ejidatarios guías, casas convertidas en centros de acopio, camionetas usadas como ambulancias. Protección Civil de Emiliano Zapata se unió con valentía, mientras combatientes pedían en vivo más bombas, más agua, más manos. Pero la ayuda institucional fue mínima.
Aún más doloroso fue el incendio en el barrio de Guadalupe, donde varios animales murieron calcinados. La policía municipal y Cruz Ámbar hicieron lo que pudieron, ya que los cuerpos de emergencia estaban ocupados enfrentando el incendio forestal principal, sin más refuerzos estatales.
La falta de infraestructura, la descoordinación, y la ausencia de voluntad política se volvieron más evidentes que el humo en el cielo. “Si alguien ve a nuestra Gobernadora, avísenle de los incendios”, decía una publicación con ironía y tristeza. Porque mientras el fuego se extendía, también lo hacía la percepción de que la gobernadora se quemó, no por las llamas, sino por su indiferencia ante la desgracia.
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