Tras años de abandono, corrupción y conflictos con la basura, el gobierno municipal de Tehuacán anuncia una planta transformadora de residuos, pero oculta lo más importante: la ubicación del proyecto.
Tehuacán, Pue.- En un intento por marcar un antes y un después, el presidente municipal de Tehuacán, Alejandro Barroso Chávez, anunció que el municipio ya cuenta con un terreno destinado a una planta transformadora de residuos sólidos. Se trata de un proyecto ambicioso —y largamente postergado— que, según el edil, ha sido gestionado en coordinación con el gobernador Alejandro Armenta y que podría comenzar a construirse este mismo año.
Sin embargo, la principal interrogante quedó sin respuesta: ¿Dónde está el terreno? A pesar del anuncio, la administración no reveló la ubicación exacta del predio, lo que genera sospechas y reaviva la desconfianza en una ciudad que arrastra una larga historia de promesas incumplidas, irregularidades administrativas y caos en la gestión de residuos.
Barroso asegura que desde su llegada al cargo en octubre, “la ciudad ha cambiado” y presume una mejora del “90 por ciento” en recolección de basura y mantenimiento urbano. Aunque no se han transparentado indicadores oficiales que respalden tal cifra, el discurso gira hacia la necesidad de consolidar estos avances con infraestructura moderna. De ahí la apuesta por esta nueva planta, que —a diferencia de los rellenos sanitarios tradicionales— funcionaría como un centro de transformación de residuos orgánicos e inorgánicos.
El antecedente inmediato no es menor: el último relleno fue clausurado en 2021 por la Profepa debido a múltiples violaciones ambientales. Desde entonces, los desechos han sido enviados a San José Chiapa, lo que ha disparado los costos logísticos y dejado una huella ecológica onerosa.
De acuerdo con el plan presentado, los residuos orgánicos se transformarán en composta para uso agrícola y los plásticos serán reciclados mediante maquinaria de inyección de PET. Solo el 10 por ciento se destinaría a incineración o tratamientos alternativos, bajo la promesa de un modelo ambientalmente responsable.
Pero las inconsistencias persisten. ¿Cómo se garantizará el financiamiento del proyecto? ¿Qué empresa operará la planta? ¿Quién auditará los resultados? Sin respuestas claras y con antecedentes de opacidad, las dudas crecen más rápido que las soluciones prometidas.
Barroso Chávez llamó a la ciudadanía a “sumarse al esfuerzo” y se refirió al proyecto como parte de un camino hacia una ciudad “cien por ciento limpia”. Pero en un entorno donde la basura ha sido símbolo de corrupción, el discurso triunfalista sin transparencia solo profundiza la distancia entre la administración y la ciudadanía.
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