La alianza entre Donald Trump y Elon Musk se tambalea. Lo que en su momento pareció una simbiosis entre dos de los personajes más influyentes del capitalismo contemporáneo se ha convertido en un campo minado de desplomes bursátiles, decisiones erráticas y un mercado que no perdona.
Mexconomy - Mientras el presidente de Estados Unidos presume un "auge económico" inexistente, Musk observa impotente cómo su fortuna se evapora al ritmo de las políticas comerciales de su otrora aliado.
Trump inició su nuevo mandato con una retórica agresiva en materia comercial, amenazando con aranceles desorbitados a países como Canadá y México. Sin embargo, las amenazas se han topado con la realidad: el plan de elevar los aranceles al acero y aluminio canadiense al 50 % se desmoronó antes de nacer. Pese a ello, el mandatario se aferra al discurso de que sus medidas ya están "desincentivando" inversiones en México y reorientándolas hacia Estados Unidos.
Pero los mercados no compran el optimismo de Trump. Wall Street ha respondido con desplomes, y la incertidumbre reina. Mientras el presidente minimiza la situación asegurando que "el país va a experimentar un gran auge", sus palabras contrastan con su propia entrevista en Fox News, donde evitó responder si sus políticas provocarían una recesión. El resultado: el lunes negro en la Bolsa de Nueva York y la peor caída desde su regreso al poder.
Si alguien está pagando la factura de la incertidumbre económica, ese es Elon Musk. Tesla, su empresa insignia, ha perdido más del 50 % de su valor desde diciembre, sufriendo un golpe brutal en el Nasdaq con una caída del 15 % en una sola jornada. Bloomberg estima que Musk ha perdido 132 mil millones de dólares en lo que va del año, reduciendo su fortuna a 301 mil millones, su nivel más bajo en años.
A la tormenta financiera se suma el fracaso operativo. Su red social X (antes Twitter) fue blanco de un ataque cibernético masivo que la dejó fuera de servicio durante gran parte del día de ayer, sumando otro revés a su imagen empresarial. Musk, quien ya ostenta el récord Guinness por la mayor pérdida de fortuna en la historia, no logra capitalizar el regreso de Trump al poder.
Intentando sostener a su aliado en caída libre, Trump anunció que comprará un Tesla en "muestra de confianza" hacia Musk. Además, defendió al empresario de las críticas, asegurando que está siendo atacado por la "izquierda radical" en un intento de boicot contra Tesla. Pero el espaldarazo del mandatario no fue suficiente: las acciones de la automotriz volvieron a desplomarse tras conocerse que Musk lidera una oferta de 97 mil millones de dólares para comprar la organización que controla OpenAI, una operación que ha sembrado dudas entre los inversionistas.
En un intento desesperado por recuperar la confianza del mercado, Musk anunció que Tesla duplicará su producción en Estados Unidos en los próximos dos años, alineándose con la narrativa de Trump sobre el regreso de la manufactura nacional. Pero la realidad económica pinta un escenario distinto: la volatilidad persiste, los inversionistas huyen y la incertidumbre política complica la estabilidad del mercado.
La relación entre Trump y Musk, lejos de ser una alianza sólida, parece ser una cadena de errores, desplomes y decisiones cuestionables. Lo que alguna vez fue visto como una colaboración estratégica entre el poder político y el capital privado hoy se asemeja más a un barco que hace agua en medio de una tormenta.
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