En gira por Tabasco, Claudia Sheinbaum ha dejado claro que su administración seguirá bajo la sombra de Andrés Manuel López Obrador. Su discurso, impregnado de referencias al ex mandatario, demuestra que su estrategia política se basa en vender la continuidad de la Cuarta Transformación.

Editorial

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Sin embargo, su retórica comienza a mostrar grietas cuando se enfrenta a realidades incómodas, como la crisis de las desapariciones y el descubrimiento de campos de exterminio que se ha apurado a menospreciar.

Durante su visita a Tabasco, Sheinbaum evitó pronunciarse sobre la jornada nacional de oración realizada en Teuchitlán, Jalisco, donde cientos de ciudadanos exigieron justicia tras el hallazgo de un presunto campo de exterminio del Cártel Jalisco Nueva Generación. Ante los cuestionamientos sobre el tema, la Presidenta se limitó a decir: "El lunes, el lunes".

En lugar de abordar el problema de la inseguridad de manera frontal, Sheinbaum recurrió en su discurso a la narrativa de siempre: culpar al pasado. "Se demostró con ese modelo, el modelo neoliberal, que sólo empobreció al pueblo de México, llegó incluso la violencia, la inseguridad que viene de todo ese periodo de descomposición, no solamente social, sino de valores, de los gobiernos que perdieron toda la ética", sostuvo al inaugurar una planta potabilizadora en Villahermosa.

La estrategia de señalar al neoliberalismo como el origen de todos los males ha sido efectiva en el discurso obradorista, pero ¿hasta cuándo seguirá funcionando? A más de seis años del inicio de la 4T en la presidencia de la República, la violencia sigue en aumento y la falta de acciones concretas comienza a desgastar el discurso de acusar al pasado.

Desde Macuspana, tierra natal de López Obrador, Sheinbaum reforzó la imagen del exmandatario como el líder incuestionable de la 4T. "Estamos aquí, en un lugar ya histórico, porque vio nacer al mejor Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. No sólo está ahí, seguro en Palenque nos va a estar escuchando", dijo entre vítores de la multitud.

El evento, sin embargo, no fue perfecto. La mandataria llegó casi dos horas tarde, lo que provocó que decenas de asistentes abandonaran la carpa donde se llevaría a cabo el mitin. Intentó justificar la demora diciendo que había visitado una plantación de Sembrando Vida, pero la sombra de una reunión con AMLO flotaba en el ambiente. Cuando el público coreó "¡Es un honor estar con Obrador!", la escena dejó ver que la lealtad inquebrantable que caracterizaba a los seguidores de AMLO podría no ser la misma para Sheinbaum.

Y Sheinbaum insistió en la continuidad a tal grado que minimizó su propio papel como líder: "No hay mucha Presidenta, hay mucho pueblo, hay mucho pueblo de México, eso es lo que nos da fuerza a la Presidenta, al Gobernador y a todo el país", expresó buscando reafirmar el carácter popular de su gobierno.

En su defensa del modelo económico de la 4T, Sheinbaum planteó que la economía mexicana ha resistido gracias a los programas sociales y al aumento del salario mínimo. "¿Qué sería de México sin todos los programas de bienestar, qué sería de México si no hubieran aumentado los salarios mínimos? No tendríamos una economía fuerte", aseguró.

¿Economía fuerte? ¿Con base en el tipo de cambio y la política social? El país también ha dependido de otros elementos, como la inversión privada, el nearshoring y la estabilidad macroeconómica heredada de administraciones anteriores. En unas semanas más México podría entrar en recesión y, más allá de los aranceles, el incremento del déficit y el endeudamiento público preocupa cada día más.

Pero más allá de la economía, ya no hay duda: Sheinbaum muestra que su estrategia está basada en la lealtad absoluta al obradorismo. Sin embargo, los signos de desgaste comienzan a aparecer. Su negativa a hablar de la violencia, la falta de organización en sus eventos y su dependencia discursiva de López Obrador plantean una pregunta obligada: ¿hasta cuándo podrá gobernar con la sombra de AMLO como escudo?

Los desafíos de su administración exigen liderazgo propio, pero hasta ahora Sheinbaum parece más preocupada por mantener viva la imagen de su predecesor que por construir una identidad presidencial propia. Con un México que continúa profundizando una crisis de inseguridad, la continuidad sin respuestas concretas podría convertirse en su mayor debilidad.

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