
“Estados Unidos no tiene amigos ni enemigos permanentes, sólo intereses permanentes." Henry Kissinger – Exsecretario de Estado de EE.UU.
Compañera Sheinbaum, quiera o no, ha llegado el tiempo de hacer un corte de caja de lo que ha significado como gobierno la 4T antes de que sus “adversarios” le digan que el “populismo de izquierda” hundió la soberanía de México, su economía, el estado de derecho y su margen de maniobra en un mundo hipercapitalista basado en la tecnología y la hipercompetitividad que usted conoce como “modelo neoliberal”.
La decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de presionar a las grandes automotrices para que trasladen su producción de México a suelo estadounidense no es una simple política proteccionista. Se trata de un golpe estructural al modelo de industrialización mexicana que derivó del TLCAN hace 30 años y que ahora se tambalea frente a un reequilibrio global para el cual México no está preparado.
Seis años de perorata retrógrada de Andrés Manuel López Obrador y mire nada más dónde estamos.
No se engañe con el tema de los aranceles. Esto es mucho más serio que llenar el Zócalo de acarreados. Trump ha dejado en claro que su objetivo es la reindustrialización de EE.UU. a costa de la desindustrialización de México. Y ante esta situación, el país no tiene opciones viables: no puede responder con aranceles sin autodañarse, no tiene mercados alternativos de peso y no tiene capacidad de reconfigurar su economía en el corto plazo.
Usted, presidenta Claudia Sheinbaum lo sabe. Si caen las exportaciones, también caen el crecimiento económico y los ingresos fiscales, poniendo en riesgo su modelo de gobierno basado en el gasto público y el clientelismo.
Pero veamos las cosas a pie de calle. En los negocios de cortina, de barrio, en los talleres o en las pequeñas y medianas empresas. Desde una perspectiva microeconómica, México está en un callejón sin salida.
- El 80% de las exportaciones mexicanas van a EE.UU., mientras que México sólo representa el 14% de las exportaciones estadounidenses. Si Trump cierra la puerta, el golpe será asimétrico.
- El nearshoring y la IED (Inversión Extranjera Directa) también están en riesgo. Las empresas que planeaban invertir en México para exportar a EE.UU. podrían frenar sus planes.
- Las alternativas como la diversificación de mercados o la sustitución de importaciones son medidas que no tienen impacto en el corto plazo, y menos si el capital extranjero se retira.
Ante este escenario, algunos de sus asesores le dicen que mire a China como alternativa, pero esa es una trampa peligrosa. China ya controla el mercado de bienes de consumo en México y su expansión en sectores importantes ha sido silenciosa pero imparable. Más aún, el superávit comercial que México ha mantenido con EE.UU. ha sido lo que ha financiado el déficit con China. Si el comercio con EE.UU. se frena, México quedará en la palma de la mano de Beijing.
Trump le va a ofrecer una salida que traducida se llama ceder soberanía, lo confiese usted o no.
Y para que nadie se diga sorprendido, aquí le digo qué quieren los EE.UU. de México y no son criminales de exportación.
Washington le va a presionar para que EE.UU. tenga mayor control sobre las redes 5G y telecomunicaciones en México, para desplazar a competidores como China, lo que significa reducir la soberanía tecnológica del país. Esto beneficiaría a empresas como AT&T o Starlink (Elon Musk), limitando el crecimiento de Carlos Slim y otros actores nacionales.
El litio, elemento clave para la transición energética y la competencia tecnológica con China. Trump le va a exigir acceso privilegiado al litio mexicano, debilitando los fallidos intentos del gobierno por nacionalizarlo y explotarlo. Asimismo, el sector energético va a tener que re-abrirse a la inversión estadounidense.
No le voy a decir que AMLO esto, AMLO lo otro. Sólo le voy a expresar, compañera Claudia, que el gobierno de la 4T ha jugado con fuego. Su incapacidad para generar un modelo de desarrollo autónomo nos ha dejado vulnerables a las imposiciones de Washington. La retórica nacionalista del domingo se va a estrellar contra la muralla de los intereses norteamericanos, y la ilusoria idea de una independencia económica se va a desvanecer en negociaciones donde México no tiene cartas para jugar.
Usted tiene la unidad de México (80% la aprueba), pero quiera o no debe reconocer que el populismo de izquierda de los últimos años no sólo empobreció el debate público, también dinamitó la institucionalidad necesaria para enfrentar una crisis de esta magnitud. Se privilegió el control político sobre el desarrollo, el clientelismo sobre la inversión, la propaganda sobre la realidad económica. Hoy, las consecuencias son ineludibles: un país sin control sobre su destino, sometido a la voluntad de una potencia que no perdona debilidades.
¿Ya vio lo que ocurrió con Volodímir Zelenski presidente de Ucrania? Trump no concede treguas ni hace concesiones sin un alto costo. Cualquier "negociación" implicará ceder recursos, infraestructura y soberanía. No hay salidas fáciles, solo una disyuntiva brutal: aceptar la nueva realidad geopolítica mitigando el daño o aferrarse a la fantasía de una independencia que nunca se construyó. El tiempo de las decisiones ha llegado, y la factura histórica por seis años de improvisación y dependencia está por cobrarse, con intereses.
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