
“En política, lo que parece, es." Carlos Castillo Peraza – Político mexicano
Los “iniciados” saben que el poder se construye tanto con gestos como con decisiones y que los símbolos pesan tanto como las palabras. La imagen que recorrió las redes sociales este fin de semana, donde los integrantes de la nomenklatura de Morena —Ricardo Monreal, Adán Augusto López, la dirigente del partido, Luisa María Alcalde, y Andy López Beltrán— dieron la espalda a la presidenta Claudia Sheinbaum en el Zócalo capitalino, no fue una casualidad.
Los protagonistas, conscientes de la repercusión del momento, se apresuraron a ofrecer disculpas públicas, alegando una distracción en plena toma de una fotografía. Pero en política nada es casual: la distracción rara vez es inocente. Cada movimiento en la escena del poder obedece a una lógica, y este episodio parece marcar una pauta de realineamientos dentro del partido en el poder. ¿Un simple descuido o un recordatorio de que el liderazgo de Morena no vive en Palacio Nacional?
Los “iniciados” también saben que la política, además de administrar símbolos, es el arte de administrar lealtades. Sheinbaum, como sucesora de Andrés Manuel López Obrador, enfrenta la compleja tarea de consolidar su autoridad sin romper con la figura que la llevó al poder. Sin embargo, como siempre ha sido en política, el equilibrio es frágil y la lealtad, una moneda de dos caras. Así que la verdadera pregunta para la nomenklatura de Morena no es si estos gestos tienen intención, sino qué intención tienen.
A esto se suma otro frente de tensión que los “iniciados” conocen: la presión del expresidente López Obrador para que Sheinbaum defienda su legado frente a las acusaciones de Donald Trump, quien insiste en señalar que México es un "Estado dominado por el narco". No es un tema menor. Para AMLO, su narrativa histórica —la del mejor presidente que ha tenido el México contemporáneo— está en juego. Pero Sheinbaum ha optado por la cautela, priorizando la estabilidad económica y buscando que Trump posponga la implementación de aranceles a productos mexicanos. Sin embargo, ya conocemos al viejo AMLO, quien sabe que, si la presidenta no habló del tema, es porque lo que no se dice también comunica, y su silencio en este asunto habla tanto como una declaración.
El lunes amaneceremos con la conversación de que nadie sabe qué dijo Claudia Sheinbaum en la “asamblea informativa”, pero el revuelo por la espalda de Morena a la presidenta de la República sí que causó impacto. La nomenklatura de Morena eclipsó el mensaje de la mandataria, ganó el show y las tendencias en los medios sociales y en la comentocracia; es decir, todo.
Así que el episodio del Zócalo y la omisión presidencial en la defensa del lopezobradorismo ante Trump no pueden analizarse de forma aislada. Es simple: son señales de que la sucesión aún no está concluida en términos de poder real. Sheinbaum tiene la banda presidencial y el Palacio Nacional, pero la estructura del partido y sus liderazgos orbitan en torno al “rey sol-o” AMLO. En política, saben los “iniciados”, la forma es fondo, y los desaires nunca son gratuitos; es decir, lo que parece, es.
La imagen donde los integrantes de la nomenklatura de Morena — @RicardoMonrealA, @adan_augusto, Luisa María Alcalde, y @amlopezbeltran — dieron la espalda a la presidenta @Claudiashein en el Zócalo capitalino, no fue una casualidad. La forma es fondo.https://t.co/NCKPu5GcXA pic.twitter.com/nGbPJ7qsc7
— Región Global (@Region_Global) March 10, 2025
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