El comercio exterior de México inicia el 2025 con claros signos de debilidad. Las exportaciones cayeron 2.9 % en febrero, mientras que las importaciones se desplomaron 8.3 %. Aunque se registró un superávit comercial, este no responde a un dinamismo positivo, sino a la contracción de las compras al exterior, una señal inequívoca de desaceleración económica.

Mexconomy - El inicio de 2025 ha puesto en evidencia las grietas del modelo exportador de México. Mientras que el superávit comercial de febrero podría ser interpretado como un signo de fortaleza, la realidad es otra: las exportaciones cayeron 2.9 % a tasa anual, y el desplome de 8.3 % en las importaciones sugiere una menor actividad productiva y un enfriamiento del consumo interno.

El sector manufacturero, motor histórico del comercio exterior mexicano, también evidencia un deterioro. Las exportaciones de productos manufacturados cayeron 1.8 %, con descensos alarmantes en los segmentos más relevantes. La industria automotriz, piedra angular del comercio exterior, registró una caída de 15.2 %, con una reducción del 10.7 % en ventas hacia Estados Unidos y un desplome de 40.2 % hacia otros mercados. Este dato es preocupante porque refleja no solo una menor demanda externa, sino también una pérdida de competitividad en mercados diversificados.

La situación en el sector petrolero es aún más preocupante. Las exportaciones petroleras se hundieron 24.4 % a tasa anual, arrastradas por un menor precio y una reducción en el volumen de exportación. Con apenas 752 mil barriles diarios vendidos en febrero, el país ha perdido terreno frente a sus propios niveles de 2024, cuando exportaba 957 mil barriles por día. A esto se suma la volatilidad del precio internacional del crudo, lo que deja a México en una posición de vulnerabilidad frente a los vaivenes del mercado energético.

El sector agropecuario, que en el pasado ha sido un bastión de crecimiento, también muestra claros signos de deterioro. Las exportaciones de productos agropecuarios y pesqueros cayeron 6.1 %, con desplomes en productos clave como el ganado vacuno (-73.2 %), hortalizas frescas (-18.6 %) y fresas frescas (-16.8 %). Si bien hubo crecimientos en productos como el camarón congelado (+75.5 %) y el aguacate (+34.0 %), el saldo global es claramente negativo, lo que evidencia la fragilidad del sector.

Del lado de las importaciones, la caída del 8.3 % es una alerta roja. La contracción en las compras de bienes de capital (-11.9 %) sugiere una menor inversión en maquinaria y equipo, lo que podría traducirse en una menor capacidad productiva en el futuro cercano. Además, la reducción del 7.5 % en las importaciones de bienes intermedios refleja una desaceleración industrial, lo que anticipa un posible estancamiento de la producción manufacturera en los próximos meses.

La estructura del comercio exterior sigue dependiendo en exceso de Estados Unidos. Las exportaciones hacia el principal socio comercial de México apenas cayeron 0.2 %. La economía mexicana sigue sin diversificar sus mercados de manera efectiva. Mientras tanto, las exportaciones hacia el resto del mundo se desplomaron 9.5 %, una señal inequívoca de que la política comercial del país sigue atrapada en una estrategia poco sostenible a largo plazo.

En suma, los datos del comercio exterior revelan una economía que no crece, sino que se contrae. La caída de las exportaciones, la menor inversión en bienes de capital y el freno en la industria manufacturera configuran un escenario poco alentador. Mientras las autoridades insisten en destacar el superávit comercial de febrero, la realidad es que este saldo positivo responde a un desplome de las importaciones, un fenómeno que rara vez es una buena noticia. Si México no replantea su estrategia de crecimiento, la desaceleración podría convertirse en estancamiento o, peor todavía, recesión.

Fuente de los datos: INEGI