De Dinero y Capital
Aranceles, la Teoría del Comercio Internacional y la Cautela de Sheinbaum"

"Cada país se beneficiará de la especialización en la producción de aquellos bienes que pueda producir a un costo relativamente más bajo que otros países, y comerciar con ellos para obtener aquellos bienes que no puede producir tan eficientemente." — David Ricardo, economista miembro del Parlamento británico

Donald Trump no es economista y no necesita serlo. Sabe que los aranceles son una herramienta de proteccionismo diseñada para restringir las importaciones con el objetivo de proteger la producción nacional y, más ambiciosamente, reindustrializar a Estados Unidos.

Horacio De la Cruz S.

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Clásicos economistas como Adam Smith y David Ricardo argumentaban que el libre comercio maximiza la eficiencia económica y el bienestar global al permitir que los países se especialicen según sus ventajas comparativas. Pero eso fue en los siglos XVIII y XIX. Trump, en cambio, solo tiene cuatro años en este período de poder, una edad de 78 años y, como todo populista, quiere pasar a la historia como el mejor presidente contemporáneo de EE.UU. ¿Le suena conocido? Sus políticas no se basan en los clásicos; él está en la frecuencia de la Economía Política Internacional, que reconoce que los aranceles también pueden utilizarse como herramientas de negociación o represalia en un contexto geopolítico y de rivalidad comercial.

Los aranceles impuestos por Estados Unidos al acero y al aluminio responden a una estrategia proteccionista que busca favorecer a sus industrias nacionales, pero generan distorsiones en el comercio global. La reacción de la Unión Europea con contramedidas proporcionales refleja una aplicación clásica del modelo de "guerra comercial", donde cada actor responde a la acción del otro con medidas similares para no perder competitividad. Según la teoría de juegos, esto puede derivar en un equilibrio subóptimo en el que ambas partes sufren económicamente.

El impacto de estos aranceles no se limita a las empresas afectadas directamente, sino que también se extiende a consumidores y sectores relacionados. Desde la perspectiva de la economía del bienestar, los aranceles generan una pérdida neta de eficiencia debido al alza artificial de los precios y la reasignación ineficiente de recursos. No obstante, en el corto plazo pueden beneficiar a ciertas industrias protegidas, al darles una ventaja frente a la competencia extranjera (por ejemplo, Tesla frente a los autos chinos).

La incertidumbre derivada de estas medidas también impacta en los mercados financieros, como se ha visto recientemente con la volatilidad en el mercado de capitales global y el comportamiento de los bonos soberanos. En México, la apreciación del peso tras el anuncio de los aranceles sugiere que los mercados interpretan la respuesta del gobierno de Claudia Sheinbaum como prudente y moderada, evitando un escalamiento inmediato del conflicto comercial.

Frente a este contexto, la postura de México refleja una estrategia de cautela y diplomacia económica. En lugar de responder con represalias inmediatas, el gobierno ha optado por mantener abiertas las negociaciones hasta el 2 de abril, en línea con las recomendaciones de organismos internacionales como la OMC y el FMI, que sugieren resolver disputas comerciales a través de mecanismos multilaterales.

Sheinbaum, cuyo esposo es matemático y financiero, seguramente está familiarizada con la teoría de la interdependencia compleja, que enfatiza la necesidad de mantener relaciones comerciales estables en un mundo globalizado. México, como parte del T-MEC, tiene un interés prioritario en evitar una escalada que afecte su acceso al mercado estadounidense. Además, la fuerte dependencia del sector manufacturero mexicano en las exportaciones hacia EE.UU. hace que una respuesta agresiva pueda resultar más costosa que beneficiosa.

Sin embargo, la cautela de México también conlleva riesgos. Un retraso excesivo en la definición de una postura podría interpretarse como debilidad, incentivando a EE.UU. a adoptar medidas más agresivas o a elevar sus exigencias políticas o de seguridad para evitar imponer aranceles. La historia reciente sugiere que la administración de Donald Trump ha utilizado los aranceles no solo como herramienta comercial, sino también como un instrumento de presión política en otros ámbitos.

Mientras tanto, la posición prudente de México también le otorga margen de maniobra para negociar mejores condiciones o buscar alianzas con otros países afectados, como Brasil o la Unión Europea. En el escenario global, la diversificación de mercados y el fortalecimiento de la industria nacional a través de políticas industriales podrían ser estrategias clave para reducir la dependencia de decisiones unilaterales de Washington.

A corto plazo, el conflicto arancelario sobre acero y aluminio refleja una dinámica típica de la Economía Política Internacional, donde los intereses económicos se entrelazan con estrategias de poder. La decisión de México de adoptar una postura cautelosa busca proteger su estabilidad económica y sus relaciones comerciales de largo plazo. No obstante, el reto de Sheinbaum será encontrar un equilibrio entre la moderación y la firmeza, para evitar quedar en una posición vulnerable frente a Donald Trump.

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