Donald Trump ha puesto en duda la capacidad de México para controlar su propio territorio, argumentando que la falta de acción contra el narcotráfico y la inmigración ilegal justifican su imposición de aranceles. "La Casa Blanca emite un documento donde dice que hay vínculos entre el gobierno de México y la delincuencia organizada", denunció Claudia Sheinbaum en su respuesta oficial. 🇲🇽⚖️

Región Global - La relación entre México y Estados Unidos atraviesa un momento crítico, donde la soberanía mexicana se ve cuestionada por su falta de control sobre la crisis del narcotráfico y la migración. Mientras el gobierno de Claudia Sheinbaum rechaza cualquier injerencia estadounidense, la realidad es que la presión de Washington sigue marcando la agenda binacional.

Sheinbaum respondió a Trump con firmeza respecto a las acusaciones de colusión entre el narco y el gobierno: "Rechazamos categóricamente la calumnia que hace la Casa Blanca al gobierno de México de tener alianzas con organizaciones criminales, así como cualquier intención injerencista en nuestro territorio. La soberanía no se negocia". No obstante, su discurso contrasta con los hechos. México sigue siendo un territorio clave en la crisis del fentanilo y un punto central en el tráfico de migrantes.

Estados Unidos ha insistido en que México debe asumir mayor responsabilidad en estas crisis. La administración Trump sostiene que la falta de acción de su vecino del sur ha provocado efectos negativos en su propio país. "Si el gobierno de Estados Unidos y sus agencias quisieran atender el grave consumo de fentanilo en su país, ¿por qué no empieza combatiendo la venta de estupefacientes en las calles de sus principales ciudades?", cuestionó Sheinbaum. Sin embargo, este argumento no responde a la pregunta de fondo: ¿qué está haciendo México para evitar que estas sustancias crucen la frontera?

La relación entre México y Estados Unidos es ineludible. Con más de 1.7 millones de personas cruzando legalmente la frontera cada día y un comercio bilateral que superó los 863 mil millones de dólares en 2023, la interdependencia entre ambas naciones es una realidad. No obstante, la cooperación en seguridad sigue siendo un tema espinoso. Datos de la Administración para el Control de Drogas (DEA) indican que al menos el 90% del fentanilo incautado en EE.UU. proviene de México, lo que ha sido utilizado como justificación para la presión estadounidense.

El gobierno mexicano insiste en la necesidad de cooperación bilateral basada en el respeto mutuo. "México no solo no quiere que el fentanilo llegue a Estados Unidos, sino que no queremos que llegue a ninguna parte. Si Estados Unidos quiere combatir a los grupos delictivos y quiere que lo hagamos conjuntamente, debemos trabajar en forma integral", declaró la presidenta mexicana. Pero hasta ahora, las medidas de seguridad aplicadas por México han resultado insuficientes a los ojos de Washington.

Históricamente, la relación México-EE.UU. ha sido compleja. Desde la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo en 1848, pasando por la creación del Programa Bracero en 1942, hasta la firma del T-MEC en 2020, la interacción entre ambos países ha estado marcada por la cooperación, pero también por tensiones. A largo plazo, las proyecciones indican que la influencia de México en EE.UU. seguirá en ascenso: para 2060, se estima que más del 30% de la población estadounidense será de origen hispano, lo que podría modificar el equilibrio de poder y la relación bilateral.

En respuesta a las presiones, Sheinbaum propuso una estrategia diplomática: "Le propuse al presidente Trump que establezcamos una mesa de trabajo con nuestros mejores equipos, los de seguridad y también los de salud pública. No es con imposición de los aranceles como se resuelven los problemas, sino hablando y dialogando". Sin embargo, con un Trump decidido a imponer su visión de mano dura, el margen de negociación de México parece reducido.

La soberanía de México enfrenta un reto mayúsculo. Mientras el gobierno se aferra al discurso de dignidad y respeto, los hechos muestran que la cooperación con Estados Unidos es cada vez más una cuestión de imposición y presión política. La colaboración bilateral no puede depender de simples declaraciones de intenciones; requiere acciones concretas que aún están por verse.

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