🕊️🔫 A pesar de discursos oficiales, la violencia mantiene a México bajo fuego: 29,820 asesinatos en un año y una tasa de homicidios que no cede. ¿Qué significa "paz" en estas cifras? 🇲🇽
InfoStockMx.- El 2024 concluye dejando un mensaje inquietante: México sigue atrapado en una espiral de violencia letal. Con 29,820 víctimas de homicidio doloso, el país no logra revertir la crisis de inseguridad, alcanzando un promedio de 81.6 personas asesinadas cada día.
La aparente estabilidad numérica, un aumento del 0.3% respecto a 2023, no puede ocultar una realidad desgarradora: las vidas arrebatadas representan no sólo cifras, sino familias desmembradas, comunidades fracturadas y un sistema de seguridad que no encuentra rumbo.
El último día: muestra del desastre
El 31 de diciembre cerró con 69 asesinatos en todo el país, un número que refleja cómo la violencia no respeta fechas ni celebraciones. Chihuahua lideró la jornada con el mayor número de homicidios, seguido por Sinaloa y Michoacán, con siete casos cada uno, mientras Veracruz y Jalisco registraron seis y cinco asesinatos, respectivamente.
En todo el mes de diciembre, 2,026 personas fueron asesinadas, consolidando el fin de un año que evidenció las limitaciones de las estrategias de seguridad implementadas a nivel nacional.
Colima y Morelos: líderes de un ranking mortal
Cuando se ajustan las cifras al número de habitantes, los datos se vuelven aún más alarmantes. Colima encabeza la lista con una tasa de 103.10 homicidios por cada 100 mil habitantes, casi cinco veces la media nacional de 21.01.
Otros estados con cifras de sangre derramada a raudales incluyen:
- Morelos: 69.62
- Baja California: 53.91
- Chihuahua: 46.62
- Guerrero: 45.39
Estas regiones no solo reflejan una geografía de la violencia, sino la incapacidad del estado para contenerla en puntos críticos marcados por el crimen organizado.
Un país atrapado en su propia "paz"
El discurso oficial de las autoridades, centrado en la supuesta reducción de la violencia, contrasta con los hechos. Las estrategias de contención —como el despliegue de la Guardia Nacional— han mostrado resultados marginales, mientras que las disputas entre cárteles y el vacío de poder en algunas regiones agravan la situación.
Estados como Guanajuato, Michoacán y Guerrero siguen siendo escenarios de enfrentamientos entre grupos criminales, mientras que entidades como Colima y Morelos, con menos población, destacan por tasas de homicidios que desbordan cualquier estándar aceptable.
Más allá de las cifras, los homicidios representan un trauma colectivo. La impunidad y la corrupción perpetúan un sistema disfuncional, mientras que las comunidades más afectadas sufren no solo por las pérdidas humanas, sino por el abandono de las instituciones.
El panorama que deja 2024 exige una reflexión crítica y acciones urgentes. La paz no puede limitarse a un discurso político ni a una estadística marginal. Si el país no redefine sus prioridades, el 2025 corre el riesgo de convertirse en una repetición del mismo ciclo: más muertos, más sufrimiento, y menos esperanza.
México, al cierre de 2024, parece vivir una guerra sin nombre en tiempos supuestos de “paz”.
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