En el umbral del año 2025, México enfrenta un panorama de inseguridad que trasciende las estadísticas y se instala como una realidad cotidiana para millones de ciudadanos. La percepción de riesgo no es ya un temor abstracto, sino una experiencia tangible que moldea la vida de familias enteras, especialmente en ciudades como Puebla, donde la sensación de vulnerabilidad alcanza niveles alarmantes.

InfoStock Mx - Con base en la Encuesta Nacional de Seguridad Pública (INEGI, 23 de enero 2025), la radiografía nacional revela un escenario preocupante: en diciembre de 2024, el 61.7% de la población mayor de 18 años considera su entorno urbano como un espacio amenazante. Esta cifra no es estática; representa un crecimiento sostenido que marca una tendencia claramente ascendente desde finales de 2023.

La diferencia de percepción entre géneros resulta especialmente significativa. Mientras el 54.4% de los hombres experimentan sensación de riesgo, para las mujeres este porcentaje se dispara hasta el 67.8%, evidenciando una vulnerabilidad diferenciada en el espacio público.

Puebla: Epicentro de la Inseguridad

La ciudad de Puebla emerge como un caso paradigmático. Con un 75.5% de su población sintiéndose insegura, la ciudad se acerca peligrosamente a los índices de las urbes consideradas más riesgosas del país. La ligera reducción respecto a septiembre de 2024 (cuando la cifra era del 76.2%) resulta más una estadística que un consuelo real.

Los espacios públicos se han transformado en territorios de zozobra. Los cajeros automáticos, el transporte público, las carreteras y hasta los bancos se perciben como zonas de alto riesgo, con porcentajes de inseguridad que oscilan entre el 53.6% y el 68.9%.

La sensación de inseguridad no es infundada. Los ciudadanos son testigos directos de una multiplicidad de conductas delictivas. El consumo de alcohol en las calles (59.3%), los robos y asaltos (49.8%), y el vandalismo (41.1%) configuran un ecosistema de violencia que erosiona el tejido social.

En Puebla, esta realidad se agudiza con un incremento significativo de conflictos personales, que pasaron del 38.3% al 51.2% entre el tercer y cuarto trimestre de 2024.

Futuro: Esperanza y Escepticismo

La mirada hacia adelante refleja una sociedad dividida. Un 30.9% anticipa que la situación seguirá igual de mal, mientras un 21.6% pronostica un deterioro adicional. Solo un 29.8% mantiene la esperanza de una mejora.

La radiografía y el mapa del país son claros: La inseguridad en México ya no es un problema estadístico, sino un desafío estructural que demanda soluciones integrales. Requiere no sólo intervenciones policiales, sino una transformación profunda de las condiciones sociales, económicas y culturales que alimentan la violencia.

Puebla se erige como un ejemplo emblemático de esta compleja realidad nacional, donde la percepción de riesgo se ha convertido en una experiencia cotidiana que modifica comportamientos, limita libertades y cuestiona la capacidad del Estado para garantizar la seguridad de sus ciudadanos.

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