🇲🇽 "Queremos una presidenta de verdad", reclamó Ernesto Zedillo con una afirmación que retumba como un eco crítico hacia la administración actual: El poder lo ejerce un "caudillo oculto en Palacio Nacional". ⚡

InfoStockMx.- El escenario político de México enfrenta una de las acusaciones más severas de los últimos tiempos. Ernesto Zedillo, ex Presidente de la República, ha puesto sobre la mesa una advertencia contundente: el poder real en el país está concentrado en manos de un "caudillo oculto" que opera desde Palacio Nacional.

Sin mencionar nombres, pero dejando claras las implicaciones, Zedillo denuncia lo que considera una transformación perversa de la democracia mexicana hacia una autocracia disfrazada.

Las palabras de Zedillo no son meras reflexiones. En el marco del Seminario de Perspectivas Económicas 2025 del ITAM, el ex Presidente denunció la desaparición de instituciones, la instauración de un estado policial y la creciente probabilidad de que México se hunda en una tragedia nacional frente a un complejo escenario global. Estas declaraciones exigen atención no solo por su peso histórico, sino por el riesgo tangible que plantean para el futuro de la nación.

Zedillo no está solo en su percepción. Las señales de una democracia erosionada son evidentes. La centralización del poder, la desarticulación de contrapesos institucionales y las decisiones unilaterales han construido un clima en el que el debate político se convierte en campo minado.

Más alarmante aún es que esta supuesta transición hacia una autocracia parece estar avanzando sin resistencia desde los órganos responsables de salvaguardar la vida democrática del país.

El ex Presidente subrayó que los mexicanos no votaron para ver su democracia convertida en una tiranía. ¿En qué momento se distorsionó el mandato popular? En junio pasado, millones de ciudadanos acudieron a las urnas buscando fortalecer el sistema democrático. Sin embargo, lo que Zedillo describe como "hechos prácticamente consumados" plantea una traición al espíritu de esa jornada electoral.

La advertencia de Zedillo no es un eco del pasado, es un llamado al presente y futuro. Sus palabras, respaldadas por su experiencia como académico de Yale y ex titular del Poder Ejecutivo, no deben ser descartadas como un ataque partidista. Al contrario, representan una radiografía de una democracia en deterioro que, si no se corrige, podría sucumbir ante los embates de un poder hegemónico unipersonal.

El riesgo no se limita a la esfera política; la advertencia se extiende al ámbito económico y social. Según Zedillo, México no está preparado para afrontar los cambios que se avecinan en el nuevo orden mundial. Este vacío de condiciones democráticas, asegura, aumenta la probabilidad de una tragedia nacional en un contexto internacional cada vez más complejo.

Ante esta perspectiva desoladora, el silencio no puede ser la respuesta. La sociedad mexicana, las instituciones y los líderes políticos tienen la obligación de articular un debate que plantee el regreso al sendero democrático. Ignorar este momento crítico sería entregar el futuro del país a un proyecto que, según Zedillo, no representa los valores por los cuales votaron los mexicanos.

La democracia mexicana no puede permitirse retroceder. El país necesita claridad, transparencia y respeto por las instituciones que nos definen como nación. Como bien señala el ex Presidente: Nadie votó por la destrucción de nuestra democracia.

InfoStockMx / Región Global

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