“En un mundo globalizado, los aranceles son una receta para el estancamiento” (The New York Times, 2018). Paul Krugman – Premio Nobel de Economía
La reciente victoria de Donald Trump ha sacudido el panorama político de México. Mientras la Presidenta Claudia Sheinbaum envía un mensaje de felicitación y diplomacia, comprometiéndose a trabajar en “diálogo y respeto a nuestras soberanías”, el retorno de Trump a la Casa Blanca representa mucho más que un simple cambio de administración en el vecino del norte.
Este regreso tiene profundas implicaciones económicas, sociales y geopolíticas para México. Es un desafío de dimensiones históricas para su política exterior, su estabilidad económica y para su capacidad de maniobra.
Desde el momento en que Sheinbaum felicitó a Trump, horas después de afirmar que esperaría “los resultados oficiales”, se advierte que esta victoria presenta una doble cara para México: por un lado, oficialmente se desea una alianza que fomente la seguridad y el comercio; por el otro, se espera un camino lleno de roces, amenazas y posibles acciones proteccionistas que pondrían en jaque a la economía mexicana.
La Cuerda Floja
Durante su campaña, Trump dejó claro su enfoque hacia México. Su promesa de imponer aranceles del 25% a las exportaciones mexicanas en caso de que México no controle la “embestida” de inmigrantes y el tráfico de drogas deja ver un retorno a la retórica de confrontación que caracterizó su primer mandato. Los aranceles no solo representan una amenaza inmediata para la estabilidad económica, sino también para el empleo, el poder adquisitivo y el bienestar social en México.
Un arancel del 25%, como ha amenazado Trump, tendría un efecto devastador: además de dificultar la entrada de productos mexicanos al mercado estadounidense, se podrían desencadenar recortes en la calificación crediticia, afectar la inversión extranjera directa y llevar a una desaceleración del crecimiento económico. El impacto sería especialmente duro para los sectores manufactureros y agrícolas, que dependen en gran medida de las exportaciones hacia Estados Unidos. De ocurrir, México pasaría del estancamiento a un periodo de recesión, con un peso mexicano devaluado progresivamente y una inflación al alza.
Sheinbaum ya lo entendió y ha intentado calmar a los mercados afirmando que “nuestra economía está muy sólida” y subrayando la importancia de la integración económica entre ambos países. Sin embargo, México se está tardando en implementar estrategias defensivas y de diversificación de sus mercados. Sólo así México podrá adaptarse a un estilo de negociación más agresivo para evitar el colapso económico en caso de medidas proteccionistas por parte de Estados Unidos. Sin embargo, en el corto plazo esto no será posible. El país camina en una cuerda floja.
Tensiones Migratorias
El tema de la migración será otro de los puntos álgidos en esta relación bilateral. La promesa de Trump de ejecutar deportaciones masivas pone a prueba a México, que podría verse obligado a recibir una gran cantidad de migrantes sin una infraestructura adecuada para atender sus necesidades. Trump intentará deportar al mayor número de migrantes indocumentados posible. Lo ha prometido y eso exacerba las tensiones en la frontera y pondrá a México en una posición complicada. Los centros de refugio y la ayuda humanitaria se verán sobrecargados, y las relaciones diplomáticas podrían tensarse aún más en este contexto.
La posibilidad de deportaciones masivas también podría impactar la economía local en las comunidades fronterizas y en los estados receptores de migrantes. Además, México podría tener que asumir responsabilidades de resguardo y seguridad para contener la migración de terceros países, lo que demandaría nuevos recursos y capacidades de operación.
Trump ha presumido reiteradamente que dobló fácilmente a Marcelo Ebrard y le dio 28 mil efectivos del Ejército Mexicano para contener la ola migratoria. Con este antecedente la pregunta es: ¿Cuánto más podrá ofrecer México?
T-MEC
Uno de los temas más críticos será la revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), programada para 2026. Trump ya ha dejado en claro su inclinación por renegociar los términos de los tratados comerciales en busca de condiciones que él considere favorables para Estados Unidos. En su primer mandato, ya forzó cambios al antiguo TLCAN para establecer el actual T-MEC, imponiendo restricciones y limitaciones que han afectado especialmente a los productores mexicanos.
El T-MEC representa para México no sólo un acuerdo comercial, sino una garantía de estabilidad económica. Una renegociación del acuerdo en los términos de Trump podría alterar los cimientos más allá de la relación comercial, imponiendo mayores regulaciones o incluso límites a las exportaciones mexicanas. La dependencia de México respecto al mercado estadounidense no es un secreto, pero México se ha tardado años valiosos condenando al liberalismo económico (disque por corrupto) y descuidó los vínculos con Europa, Asia y otros mercados de América Latina.
El nearshoring —es decir, la reubicación de fábricas estadounidenses en México para reducir costos y dependencia de Asia— ha entrado en una fase de agotamiento y podría verse afectado aún más si Trump decide endurecer las reglas de origen o imponer nuevos aranceles. Lo que parecía ser una oportunidad para México se convierte así en una incógnita.
Sheinbaum vs. Trump
Además de los conflictos económicos y migratorios, no menos importante es el probable choque de personalidades entre Claudia Sheinbaum y Donald Trump. Una mujer de convicciones feministas y con una trayectoria de izquierda, es el tipo de líder que suele incomodar a Trump, quien no ha sido un defensor de la equidad de género ni de la diversidad. Esta probable tensión personal podría influir en la relación entre ambos países y hacer aún más complicado cualquier intento de diálogo o cooperación mutua.
A diferencia de lo que ocurre con sus “adversarios” políticos internos, hoy vimos una postura conciliadora de Sheinbaum, quien aboga por el diálogo y el respeto mutuo. Pero Trump tiene otro enfoque: tiende a negociar desde una posición de fuerza.
No puede dejar de observarse esta diferencia en estilos que podría ser un obstáculo significativo, especialmente si Trump mantiene su retórica coercitiva y su tendencia a utilizar amenazas como estrategia negociadora.
El reto para Sheinbaum será mantener una postura firme y digna que no permita que México sea subordinado, mientras evita exacerbar las tensiones con un líder conocido por su imprevisibilidad.
Incertidumbre
La victoria de Trump coloca a México en una posición delicada y plantea preguntas fundamentales sobre su futuro. ¿Podrá el gobierno de Sheinbaum mantener la estabilidad económica ante un potencial escenario de aranceles y proteccionismo? ¿Tendrá México la capacidad de gestionar la presión migratoria sin ceder a las exigencias de su vecino? ¿Será posible proteger la soberanía nacional mientras se mantiene una relación de cooperación con Estados Unidos?
Llegó la hora de la verdad. El enfoque ideológico de izquierda se enfrenta al máximo poder político “conservador” de “ultraderecha”.
¿Tiene México una estrategia renovada y de certidumbre geopolítica? ¿Tiene México una política exterior proactiva y diversificada, aliados poderosos (como Canadá) en la región y lazos relevantes con socios comerciales alternativos?
La respuesta: ¡No!
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