El conflicto entre facciones del Cártel de Sinaloa expone los riesgos de una política de omisión ante el crimen La estrategia de "abrazos, no balazos" y la incertidumbre sobre su continuidad con Claudia Sheinbaum generan preocupación 🤔🔫 #Violencia #Sinaloa #Seguridad
Región Global.- La escalada de violencia entre facciones del Cártel de Sinaloa ha dejado al menos 32 muertos y ha sumido a la región de Culiacán en una crisis de seguridad sin precedentes. Las luchas entre los grupos liderados por Los Chapitos y los seguidores de El Mayo Zambada han paralizado la zona, afectando la vida diaria y el abastecimiento de productos básicos, mientras el gobierno intenta contener la situación con más de 2,200 elementos de las fuerzas armadas desplegados en la región.
El presidente Andrés Manuel López Obrador, afirma que la violencia en Culiacán es un invento de los medios y asegura que es propaganda.
Sin embargo, este conflicto refleja la profundidad de los desafíos que enfrenta la política de seguridad del país, específicamente la estrategia de "abrazos, no balazos", que ha sido duramente criticada por su aparente inacción ante el crimen organizado.
A medida que Claudia Sheinbaum se prepara para asumir la presidencia, surge la pregunta: ¿continuará con la misma política, y qué significa esto para las poblaciones que viven bajo el fuego del crimen organizado?
Crisis de seguridad en Sinaloa
Desde el 9 de septiembre, los enfrentamientos entre Los Chapitos y los seguidores de El Mayo Zambada han causado estragos en Culiacán y sus alrededores, incluyendo localidades como Elota, Eldorado, Cosalá, San Ignacio y Concordia. Al menos 32 personas, incluidos dos militares, han perdido la vida en esta espiral de violencia.
Las empresas de abarrotes y distribuidoras de alimentos han suspendido el transporte hacia las zonas de conflicto, lo que ha generado escasez de productos básicos, agravando aún más la situación.
La respuesta del gobierno ha sido un despliegue masivo de fuerzas armadas, pero la violencia persiste, afectando la vida diaria de los ciudadanos. Escuelas y comercios han cerrado, mientras el temor y la inseguridad crecen.
La presidenta electa Claudia Sheinbaum ha sido clara en su rechazo a una estrategia militarizada como la que implementó Felipe Calderón. Ha evitado comprometerse públicamente con una confrontación directa contra el crimen organizado. En sus declaraciones más recientes, afirmó que evitar una guerra frontal es clave para reducir la violencia, pero muchos se preguntan si esto no será una continuación de la política de omisión que ha dejado a tantas comunidades a merced de los cárteles.
Omar García Harfuch, quien podría desempeñar un papel crucial en su administración, ha demostrado un enfoque más activo en la lucha contra el crimen en la Ciudad de México, pero aún no está claro si, bajo el nuevo gobierno, se apartará de la estrategia de “abrazos, no balazos” o si adoptará una postura más firme en todo el país.
Impacto en las poblaciones bajo el fuego del crimen organizado
Para los habitantes de regiones como Sinaloa, Michoacán y Guerrero, la estrategia de evitar la confrontación directa con el crimen ha significado vivir en un estado de constante miedo.
Los cárteles han tomado control de áreas rurales y urbanas, imponiendo su "ley" a través de extorsiones, secuestros y asesinatos. En muchos casos, estas zonas quedan fuera del alcance de las autoridades, con los grupos criminales actuando impunemente.
La omisión estatal ha dejado a los ciudadanos abandonados frente a la violencia. La estrategia de “abrazos no balazos”, aunque busca evitar más derramamiento de sangre, ha generado una percepción de desprotección y ha permitido que los criminales asuman el control de regiones enteras sin resistencia del Estado.
Con Claudia Sheinbaum en la presidencia y un posible papel clave para Omar García Harfuch en temas de seguridad, la gran pregunta es si esta política de no confrontar directamente al crimen organizado se mantendrá.
Si bien Sheinbaum ha señalado que su prioridad es proteger a los ciudadanos, evitando los errores del pasado, el enfoque pasivo del actual gobierno ha dejado graves consecuencias en materia de seguridad.
¿Qué pasará con las comunidades que viven bajo el dominio del crimen organizado? Si la política de "abrazos, no balazos" continúa, es probable que las poblaciones afectadas sigan enfrentando la violencia y la incertidumbre, sin que el Estado intervenga con la contundencia necesaria para restablecer el orden.
La estrategia de omisión en la lucha contra el crimen organizado ha incrementado la impunidad y dejado desprotegidas a miles de personas en México. A medida que el gobierno de Claudia Sheinbaum se perfila para asumir el poder, la incertidumbre sobre si se mantendrá o no la política de “abrazos, no balazos” sigue siendo un tema de gran preocupación.
Mientras tanto, las comunidades afectadas por el fuego cruzado de los cárteles siguen esperando una solución real que ponga fin a su sufrimiento y restablezca la seguridad.
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