🔫 Culiacán amanece entre un estado de sitio de facto y el miedo, con denuncias de víctimas colaterales por un operativo que dejó tres civiles abatidos. ¿Hasta cuándo seguirá el círculo de violencia? 🚔😔
Culiacán, Sin.- La ciudad de Culiacán vivió una jornada de terror el fin de semana, cuando un mega operativo de las fuerzas de seguridad transformó el sector de Tres Ríos en un campo de batalla. Lo que las autoridades describieron como un intento de capturar a un jefe de seguridad del cártel de ‘Los Chapitos’, dejó un saldo de tres presuntos "civiles agresores" abatidos. Sin embargo, en redes sociales se ha denunciado que una de esas víctimas fue Juan Carlos "N", un abogado y padre de familia que habría quedado atrapado en el fuego cruzado, lejos de ser un criminal.
La indignación crece en redes sociales, donde amigos y familiares de Juan Carlos exigen justicia. Señalan que era un hombre trabajador, emprendedor y, sobre todo, un padre que intentaba proteger a su esposa y a su bebé cuando su hogar fue atacado. Según testigos, una granada fue lanzada al departamento de Juan Carlos en medio de la operación, lo que ha desatado un torrente de críticas hacia las autoridades por el manejo del operativo.
Terror en Tres Ríos
El gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, informó a través de su cuenta en la red social 'X' que el operativo comenzó cuando elementos de la policía municipal fueron agredidos por civiles armados durante un patrullaje. De inmediato, se desplegó un operativo en conjunto con fuerzas federales, lo que derivó en un enfrentamiento que se extendió por casi tres horas en una zona residencial de la colonia Alameda.
Entre los objetivos del operativo, se mencionó extraoficialmente a Jorge Humberto Figueroa Benítez, alias ‘El 27’, aunque ninguna autoridad ha confirmado oficialmente su captura o implicación en los hechos. Lo cierto es que la operación dejó en su camino el dolor de las víctimas colaterales, como Juan Carlos, cuya familia ha quedado devastada.
El dolor de una familia
El caso de Juan Carlos "N" ha sacudido a Culiacán. A través de redes sociales y grupos de WhatsApp, se ha denunciado que Juan Carlos no era un criminal, sino un hombre que luchaba por proteger a su familia en medio del caos. Mientras se desarrollaba el enfrentamiento, su hogar fue atacado sin que hubiera una razón clara para ello. Según los relatos, Juan Carlos vivía en un departamento del complejo residencial Dpas Clamont, donde se encontraban también su esposa Michelle y su bebé.
"Solo buscaba proteger a su familia", comentaron usuarios en redes, mientras se viralizaba la exigencia de justicia para Juan Carlos. Las denuncias apuntan a que los operativos de las fuerzas de seguridad no solo arriesgan la vida de quienes están involucrados en actividades delictivas, sino también de inocentes que viven cerca de los puntos de conflicto.
Violencia normalizada
Este operativo no es un hecho aislado. Culiacán, una ciudad asediada por la presencia de organizaciones criminales, ha visto repetidos episodios de violencia extrema que afectan a sus habitantes. Cada “culiacanazo”, cada operativo, deja una estela de incertidumbre y dolor. Aunque las autoridades argumentan que estos operativos son necesarios para garantizar la seguridad, los ciudadanos se preguntan cuántas víctimas más deben pagar el precio de vivir en una zona de conflicto.
El ambiente de violencia ha llegado a tal punto que el regreso a clases en la ciudad ha quedado a consideración de los padres de familia. Mientras tanto, la UAS (Universidad Autónoma de Sinaloa) ha anunciado clases virtuales en varias zonas del estado, incluidas Culiacán, Navolato, Eldorado y Elota, como medida de precaución.
La situación en Culiacán refleja un escenario sombrío donde la violencia se ha vuelto cotidiana, y los operativos, por necesarios que sean, no logran evitar que inocentes como Juan Carlos queden atrapados en el fuego cruzado. Las víctimas colaterales se acumulan, y las familias afectadas exigen justicia.
El terror en Tres Ríos es solo un episodio más en un ciclo que parece no tener fin. La sociedad de Culiacán, agotada por la violencia, se pregunta cuánto tiempo más se prolongará este estado de sitio no declarado, y si algún día la paz volverá a sus calles.
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