De Dinero y Capital
México y China: Dejar de llorar y ponerse a trabajar

El secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, afirmó que México enfrenta una relación comercial desequilibrada con China, ya que “nos vende y no nos compra”. Efectivamente, México compra productos chinos por un valor de 119 mil millones de dólares anuales y solo vende al gigante asiático 11 mil millones.

Horacio De la Cruz S.

| @hcsblog

En el evento “Balance económico sobre desarrollo industrial y T-MEC” en San Luis Potosí, Ramírez de la O subrayó que la pérdida de competitividad salarial y los altos costos de transporte de China son una oportunidad para México, pero sus planteamientos ignoran problemas estructurales más profundos en nuestra economía.

Tal vez por eso sigue sentado ahí, en la SHCP: porque sabe que no son bien recibidas las malas noticias ni la verdad sobre la economía mexicana en Palacio Nacional.

Contraste entre México y China

China ha transformado su economía de ser predominantemente agraria a una potencia industrial y, más recientemente, a una economía de alta tecnología basada en la inteligencia artificial (IA). Este cambio ha sido impulsado por un enfoque estratégico en la educación y el desarrollo tecnológico.

Desde la década de 1980, China implementó reformas económicas que liberalizaron el mercado, fomentaron la inversión extranjera y mejoraron la infraestructura. Por aquellos años México liberalizó su economía, surgió el TLCAN, fomentó la IED y modernizó parcialmente su infraestructura hasta que llegó el 2018.

China ha invertido enormemente en su sistema educativo, asegurando una educación básica universal y promoviendo la excelencia en ciencias y tecnología. Las universidades chinas ahora están entre las mejores del mundo, produciendo una fuerza laboral altamente calificada. México, en cambio, ha visto caer la educación en todos los renglones en los últimos años. La reforma educativa se abandonó y hoy la educación pública es tierra de nadie.

En China, la política gubernamental ha fomentado la investigación y el desarrollo en alta tecnología, robótica e IA. Empresas como Huawei, Tencent y Alibaba han emergido como líderes globales en tecnología. En México, la ciencia es considerada neoliberal y los líderes empresariales, como Carlos Slim, siguen dependiendo de favores gubernamentales.

México no ha logrado proporcionar siquiera una educación básica universal a su población. La falta de inversión en educación y tecnología ha resultado en una economía que depende en gran medida de la manufactura de bajo valor añadido y de exportaciones de productos primarios.

Problemas Estructurales de México

México sigue enfrentando retos significativos en la calidad y cobertura de la educación básica. La tasa de deserción escolar es alta y el acceso a educación superior es limitado, especialmente en áreas rurales. Si a ello agregamos el tema de la “calidad”, prácticamente somos un muy mal ejemplo educativo a nivel internacional.

La inversión en investigación y desarrollo es mínima. Las empresas mexicanas rara vez invierten en innovación y el país depende de tecnologías extranjeras para su desarrollo industrial.

Por ello, la economía mexicana sufre de una falta de competitividad, excesiva dependencia de las exportaciones a Estados Unidos y una baja productividad. Además, la inseguridad, la violencia y la corrupción han hecho un daño que cada día profundiza más el mediocre lugar de México en el ámbito internacional.

Somos un gran mercado, sí. Pero la aspiración no debería ser solo la de un país de consumidores.

Relación Comercial entre México y China

La relación comercial entre México y China refleja estas diferencias estructurales.

Mientras que China ha aumentado su participación en el comercio global, México se ha visto relegado, a pesar de que las diferencias entre Estados Unidos y China, que han favorecido geopolíticamente a nuestro país en el mercado norteamericano.

Regresando al tema que desató las quejas del secretario de Hacienda: México depende en un 19.6% de sus importaciones de China. Sin embargo, la enorme disparidad en la balanza comercial entre ambos países no solo es un problema económico, sino también una indicación de la falta de desarrollo industrial y tecnológico en México.

El discurso de Ramírez de la O es una queja dirigida a China, pero no es un reconocimiento de los problemas y no aborda soluciones efectivas.

En lugar de ver el incremento de los salarios en China como pérdida de competitividad de ese país, debería decir la verdad cruda que enfrentamos en México y convocar a centrarse en desarrollar una economía basada en el conocimiento y la innovación.

Para empezar, México necesita una reforma educativa profunda que asegure una educación básica de calidad y promueva la educación superior en áreas de ciencia y tecnología.

El gobierno y el sector privado deben colaborar para aumentar la inversión en investigación y desarrollo. Crear un entorno favorable para las startups tecnológicas y fomentar la colaboración con universidades.

Mejorar la infraestructura es esencial para atraer inversiones y aumentar la competitividad. Esto incluye no solo carreteras y puertos, sino también infraestructura digital y energías limpias.

Es necesario implementar políticas públicas que promuevan el desarrollo industrial y reduzcan la dependencia de importaciones. Esto incluye incentivos fiscales, apoyo a la pequeña y mediana empresa, y medidas para combatir la corrupción y la inseguridad.

¿Cuánto tardaremos en enderezar el camino? Generaciones. Pero las condiciones para el país (y nosotros dentro de él) están tan rezagadas que no estamos parados aún en el punto cero.

México, señor secretario, usted lo sabe, tiene un largo camino por recorrer para equilibrar su relación comercial con China y convertirse en una economía competitiva a nivel global. ¿Ya no recuerda lo que nos enseñaron en la Facultad de Economía?

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