Horacio De la Cruz S.
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Ahora que Manlio Fabio Beltrones recorre Sonora buscando ser senador de la República, más allá del listado plurinominal de su Partido, cita frecuentemente a otro sonorense entrañable: Luis Donaldo Colosio, quien decía que “el poder desgasta, pero lo que más desgasta es no poder”.
Palabras sabias, sobre todo en política por la complejidad y los desafíos inherentes al ejercicio del poder.
Es el caso del gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina, cuya gestión gris ha menguado su posición de liderazgo dentro de Morena, antes y después de iniciada la sucesión que pondrá fin a su breve periodo como mandatario de Puebla.
Primero pretendió imponer a Julio Huerta, gestionando con el presidente López Obrador y Claudia Sheinbaum, la coordinación de la precampaña de ésta. La idea era darle relevancia al primo del finado Miguel Barbosa y posicionarlo como candidato al gobierno del estado de Puebla. Céspedes Peregrina no pudo. Le echó dinero bueno al malo y Julio Huerta no dio el tamaño.
Después, una vez resuelta la candidatura de Alejandro Armenta Mier, a quien el fuego amigo y familiar lo tuvo en vilo hasta su registro oficial como candidato de Morena al gobierno estatal, Céspedes Peregrina gestionó y se aferró al nombramiento de José (Pepe) Chedraui Budib como candidato a la alcaldía de Puebla.
Los duros de Morena casi le incendian el Partido. Pero el PRIMoroso gobernador insistió, insistió e insistió, negándose a buscar otra opción; alguien que -cuando menos- no dividiera a Morena en la capital poblana.
Su tozudez y los intereses que le representaría apadrinar a Chedraui Budib si ganara, fueron más poderosos. Convenció a Alejandro Armenta, trajo a Claudia Sheinbaum quien le dijo a su base partidaria: serenos morenos, porque “no ganan una encuesta, mucho menos una elección”.
Ciertamente, Puebla, los poblanos, no son fáciles de convencer. La cultura política de los ciudadanos de la capital del estado hace mucho tiempo es, digamos, muy sensible.
El resultado del empecinamiento de Sergio Salomón Cëspedes Peregrina poco a poco comienza a cobrar forma de derrota y división. Dicho de otra manera, comienza a tomar forma aquel aforismo de Beltrones-Colosio: “el poder desgasta, pero lo que más desgasta es no poder”, que puede ser aún más frustrante conforme la estrella de Pepe Chedraui comienza a menguar.
Una cosa es ser gobernador y otra, muy distinta, tener la virtud de la sabiduría de Salomón: Muchas veces es necesario renunciar a los “derechos” que da el poder para salvar el bien mayor, en este caso Alejandro Armenta Mier.
Para el caso de la capital poblana, creo que ya es demasiado tarde.
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