Asuntos de Estado

La tan anunciada "megafarmacia" del presidente López Obrador ha levantado expectativas, pero la realidad parece distar mucho de la retórica a que nos tiene acostumbrados.

¿Ya está preparada?

Sí, pero sólo a medias, al igual que muchas otras inauguraciones presidenciales.

¿Está surtida adecuadamente?

Al parecer, escasamente, pero prometen que en 2024 se resolverá esta carencia.

En este país de contrastes y urgencias, la salud pública no puede ser más un juego político.

La megafarmacia no puede ser simplemente un elefante blanco o una estrategia propagandística, mientras los pacientes con cáncer, por ejemplo (u otras enfermedades), luchan por acceder a medicamentos oncológicos.

En medio de la impotencia y la gravedad, muchos pacientes han esperado meses, incluso años, para obtener tratamientos esenciales, y ahora les piden depositar su esperanza en recetas que podrían ser solo un pasaporte a más incertidumbre.

El presidente afirma que en menos de 24 horas se surtirán las recetas, pero la duda persiste.

¿Será esta megafarmacia la solución tan esperada o simplemente otra promesa incumplida?

La salud no puede ser una moneda de cambio político ni una herramienta para sostener narrativas convenientes.

La megafarmacia, de no cumplir su propósito, no será solo una instalación inservible, sino la evidencia palpable de la deshumanización de una política pública que reduce servicios médicos de especialidad y perpetúa la escasez de medicamentos.

Por el bien de los miles de enfermos en México, son deseables respuestas reales y acciones concretas, porque la salud de la población ya no puede esperar a que los discursos del presidente se conviertan en realidad justo a unos meses de dejar el cargo.

Horacio De la Cruz S. | @hcsblog