Puebla de Zaragoza, Pue.- No fue para menos. El Servicio Sismológico soltó la bomba: ¡5.7 de sustototote! Y pues, ya saben, mejor dicho, nadie sabía qué onda.
El gobernador, ni cojo ni tullido, se puso las chanclas de héroe, llegó de volada-volando en helicóptero a Chiautla disque pa' evaluar el susto y organizar la Protección Civil. Cuando lo vieron llegar, no faltó quien dijera "¿y hora qué pedo?". Unos chivos pastando lo veían de lejos, masticando el pasto impasibles.
Izúcar de Matamoros quedó más movido que un bote de elotes. ¡Se nos cayó hasta la barda de la vieja casona del abuelo, güey!, comentaron. En Atlixco, una casona perdió parte de su barda, pero tranqui, nadie salió herido. ¡Ahí nomás la pared dijo "¡a volar!" pero sin dramas! En Chietla, el alcalde sacó el machete y estuvo supervisando todo (bueno, es un decir, porque sólo daba vueltas en la misma cuadra). En Puebla, la Coordinación de Protección Civil dice que no hay daños fuertes, pero la gente en Huehuetlán el Chico (sin albur), Izúcar de Matamoros y Santo Tomás Hueyotlilpan ven grietas por todos lados.
Izúcar, nuevamente: ¡A ver si no se nos abre el piso y terminamos en China wey!, comentó uno de los supervisores municipales con un bolillo en la mano pa’l susto.
Por cierto, y pa' acabarla de chi…, dicen que la demanda de bolillos se fue por las nubes. ¡Pura necesidad de migaja pa' las almas asustadas!
En fin, después del temblor aquí andamos. Esperando que la tierra no se vuelva a poner medio peda. ¡Cuídense, banda, y ni modo, a vivir un rato con esta pinchi resaca sísmica!
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