En el horizonte político de Puebla se vislumbra una competencia electoral para el gobierno estatal en 2024 que promete ser intensa y profundamente democrática.

Puebla de Zaragoza, Pue.- Dos proyectos se perfilan como contendientes principales, encabezados por figuras destacadas: Alejandro Armenta Mier, candidato de Morena en coalición con el Partido Verde, PT, Nueva Alianza y Fuerza por México; y Eduardo Rivera Pérez, exalcalde de la Ciudad de Puebla, precandidato de la alianza PAN, PRT, PRD y PSI.

Este encuentro entre los dos políticos, no solo representa una elección entre dos líderes, sino entre ideologías y enfoques políticos divergentes. Alejandro representa una visión de Izquierda que se autodenomina como la “Cuarta Transformación”. Eduardo está vinculado a propuestas de Centro-Derecha y él es un político moderado.

En cuestión de días se conocerá lo que cada uno propone para Puebla.

Ambos contendientes, Armenta Mier y Rivera Pérez, cuentan con el respaldo de partidos con arraigo y estructura en toda la entidad, prometiendo una campaña interesante que ya se vislumbra intensa en las redes sociales.

El candidato de Movimiento Ciudadano, Fernando Morales, parece destinado a una candidatura testimonial, con desaguisados internos que podrían llevarlo a declinar antes de la fecha límite.

Pero dejando de lado a Movimiento Ciudadano y su candidato, lo notable de la contienda por el Gobierno de Puebla, es la ausencia de factores de riesgo significativos que puedan mermar la preferencia del electorado.

Ambos candidatos, Alejandro y Eduardo, gozan de juventud, fuerza, salud, experiencia electoral previa y un profundo conocimiento de la entidad.

Sin embargo, más allá de las habilidades individuales, el énfasis recae en la elección democrática, en la cual la ciudadanía debe ser motivada por propuestas y no por escándalos.

La perspectiva es de una competencia reñida, pero plantea la esperanza de un proceso electoral ejemplar, sin propaganda negra ni guerra sucia.

Por parte de Eduardo Rivera Pérez y Alejandro Armenta Mier, no estaría por demás un llamado a la civilidad del proceso para que la ciudadanía elija de manera informada y consciente, basándose en la visión y propuestas de los candidatos, como la esencia misma que mandata la democracia.

En este contexto, es vital recordar que la calidad de la democracia se mide no solo por la intensidad de la competencia, sino por la integridad del proceso y el compromiso con los principios democráticos fundamentales.

Puebla en el 2024 tiene la oportunidad de vivir una elección ejemplar. Ojalá que intereses mezquinos no la ensucien y que la elección transcurra sin trampas ni tramposos, reñida pero civilizada.