Puebla de Zaragoza, Pue.- A pesar de la afirmación del gobernador de coordinar esfuerzos con la Federación, el estado, las fiscalías y los municipios, los hechos violentos persisten y se reproducen en una geografía que va más allá de los titulares. Puebla, Huixcolotla, Izúcar de Matamoros, Tecamachalco, Tepeaca (...) mercados públicos, secuestros de camiones, asaltos violentos y homicidios dolosos, son lamentablemente parte de la cotidianidad en la entidad.
El gobernador Céspedes Peregrina tiene un elefante en la sala llamado violencia e inseguridad, un fenómeno que va más allá de las declaraciones oficiales. La presencia de grupos armados en Coyomeapan, asaltos en transporte público, extorsión y secuestro virtual, además de balaceras y narcotráfico, representan una carga agobiante para las familias poblanas, que se ven obligadas a convivir con la amenaza constante de la delincuencia.
La violencia en Puebla va en crescendo, y la interrogante que resuena en la mente de la sociedad poblana es clara: ¿Cuándo se tomarán medidas efectivas para reducir el alto índice de criminalidad que amenaza a Puebla? La seguridad pública no puede ser solo un discurso; requiere acciones concretas y estrategias efectivas que devuelvan la tranquilidad a la ciudadanía.
La colaboración entre instancias gubernamentales es esencial, pero la eficacia de las medidas implementadas será el verdadero termómetro para medir el compromiso y la capacidad del gobierno en enfrentar esta problemática.
La seguridad debe ser una prioridad tangible, más allá de las palabras, y el gobernador tiene la responsabilidad de liderar acciones contundentes que garanticen un futuro más seguro para los habitantes de Puebla. La pacificación de Puebla requiere un compromiso real y efectivo contra la violencia que asedia las comunidades.
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