Habían transcurrido unos meses desde que concluyó mi encargo en el Puebla de la Franja, de la Primera División del fútbol mexicano, cuando recibí la invitación para una reunión en las oficinas de Televisa en Avenida Chapultepec.

Nos sentamos a platicar, quien esto escribe, Jesús Sotelo y Miguel Ángel Couchonal, en la sala de juntas de la televisora. El motivo: revisar y constituir la empresa que se haría cargo del equipo de fútbol de la Primera División “A”, los “Guerreros de Acapulco”.

Jesús y yo salimos rumbo a las oficinas de Publicaciones Llergo, S. A. de C. V, editora de la revista “Impacto” y “Alarma”, entre otras, para informar a nuestro amigo y jefe, Juan Bustillos Orozco (QEPD), de los términos mediante los cuales quedamos a cargo de ese proyecto futbolístico.

Al día siguiente, en Las Mañanitas, ese restaurante tan famoso de Cuernavaca, Morelos, me reuní con Hubert De la Vega Estrada, en ese entonces Secretario de Desarrollo Social del Gobierno del Estado de Guerrero, para exponerle el proyecto futbolístico de los “Guerreros de Acapulco” y solicitarle atentamente su apoyo para contar con las instalaciones de la Unidad Deportiva Acapulco.

Hubert, además de servidor público caballeroso y eficiente, nos ayudó de manera diligente para que la UDA se constituyera en la sede del equipo de fútbol de Primera División “A” de la ciudad puerto de Acapulco.

Todo sucedió muy rápido. Llegué al siguiente miércoles al Hyatt Regency y me di a la tarea de organizar el partido inaugural. Convocamos a la prensa, enviamos invitaciones y cartas donde brevemente explicábamos a los principales hoteleros, restauranteros y ciudadanos destacados que el fútbol, ahora de Primera “A,” regresaba a Acapulco.

Manuel Añorve era el presidente municipal de Acapulco, no respondió a nuestra invitación, pero muchos de los invitados sí lo hicieron. Y sucedió un espectáculo hermoso: el estadio estaba lleno con una de las aficiones más entusiastas que he visto en mi vida. No recuerdo contra quién fue el primer partido, creo que fue contra el Atlético de San Francisco, pero los “Guerreros de Acapulco” ganaron.

El partido ocurrió un domingo por la tarde. Llegó la noche y en la UDA continuaba la algarabía de la afición. No hubo incidentes violentos, aunque sí hubo cerveza, mucha cerveza. Y así fueron todos los partidos de la temporada y algo más que me tocó vivir en Acapulco entre 1994 y 1995.

Durante el calendario de encuentros, cada dos semanas viajaba a Acapulco, conocí a mucha gente. Hice amigos que tenían modestos restaurantes. Contraté al equipo de contabilidad encargado del Hard Rock. Un profesor llamado Javier que entrenaba a deportistas locales sin cobrar honorarios, lo incorporé a la nómina para que me ayudara con la operación de los partidos y todo funcionó muy bien, sin problemas, a diferencia de mi experiencia anterior en el fútbol de Primera División en Puebla.

Recibimos publicidad de la empresa productora de la cerveza “Corona” y, con sueldos modestos, los jugadores poco a poco se integraron a Acapulco. Además, incorporamos a dos jóvenes muy valiosos del fútbol amateur local.

Debo decir que la gente de Acapulco siempre fue muy amable y colaborativa. No sufrí ningún acontecimiento negativo, sino todo lo contrario. La gente de Acapulco me recibió generosamente y me despidió, algunos con sentimiento, cuando llegó el momento de concluir mi responsabilidad como Vicepresidente de los “Guerreros de Acapulco”.

Hoy, al ver las imágenes y el sufrimiento de la gente de Acapulco, los recuerdo y he pedido al creador que los ayude. Me sumo a las causas de ayuda a la gente de Acapulco y pido a quien lea estas líneas que también se sume para que sufra menos tanta gente buena.

Deseo de todo corazón que lo que hoy veo en imágenes, se supere pronto.

Deseo ver a Acapulco de pie y a su gente riendo y que esto sólo sea, como escribió Juan Gabriel, "el más triste recuerdo de Acapulco."

¡Fuerza Guerreros!

Horacio De la Cruz S. | Twitter: @hcsblog | HCSblog