En Puebla, se vive en medio de dos dimensiones. En dos mundos paralelos, afectados gravemente por la naturaleza.

Acapulco allá y aquí Venustiano Carranza (Agua Fría, como se le conoce también).

En ambos casos, la ciudadanía se ha visto obligada a confrontar no solo los estragos causados por la furia de la naturaleza, sino también la frustración de la lenta respuesta de las autoridades, ya sean federales o estatales, que ha sido notablemente lenta y descoordinada, sobre todo para restablecer las vías de comunicación.

El primer ejemplo se encuentra en Acapulco, donde el huracán Otis dejó un rastro de destrucción. Mientras que la magnitud de la tragedia fue evidente desde el principio, la respuesta de las autoridades federales y estatales dejó mucho que desear. Los residentes afectados quedaron desamparados, con una ayuda humanitaria que no llega. La falta de coordinación y los retrasos en la asistencia ponen de manifiesto la incapacidad de las autoridades para responder eficazmente a una situación de emergencia.

El segundo ejemplo es Venustiano Carranza, un municipio de Puebla enclavado en los extremos de la Sierra Norte, que sufrió una tormenta devastadora. A pesar de no tener la misma visibilidad mediática que Acapulco, las comunidades del municipio enfrentan una crisis humanitaria igual de urgente. Sin embargo, la respuesta de las autoridades, una vez más, ha sido lenta. Las necesidades básicas de las personas damnificadas (como agua y alimento) se observan gravemente desatendidas.

Es crucial destacar que, en ambos casos, las vidas de las personas están en juego. Las pérdidas materiales son, sin duda, sustanciales, pero la vida humana y la seguridad son la máxima prioridad en cualquier catástrofe. La lentitud y descoordinación en la respuesta de las autoridades ha generado una crisis humanitaria innecesaria que podría haberse evitado en gran parte. Es triste ver a un presidente municipal repartiendo unas cuantas botellitas de agua nada más y a las fuerzas federales en un paseo de reconocimiento cuando lo que se necesita es maquinaria y brigadas de trabajo para restablecer las vías de comunicación.

La ciudadanía merece una respuesta más rápida y efectiva de las autoridades. Los recursos y la asistencia deben ser desplegados de manera oportuna, y la coordinación entre los diferentes niveles de gobierno debe ser fluida y eficiente. La falta de respuesta rápida y eficaz plantea una pregunta: ¿Por qué no estamos preparados para enfrentar desastres naturales?

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