¿De cuál fumó?

Gustavo Petro, el actual presidente de Colombia, ha vuelto a protagonizar titulares con sus declaraciones polémicas. Se pregunta: ¿Cuál es el antídoto contra el consumo de drogas? Y responde: “el amor”.

Como era de esperarse, sus palabras en la Conferencia Latinoamericana y del Caribe sobre Drogas han causado un gran revuelo, además, por acusar al "Poder Mundial" de imponer políticas antidrogas que, según él, han llevado a un genocidio en América Latina.

En primer lugar, es innegable que la lucha contra el narcotráfico y el consumo de drogas es un problema complejo más allá de América Latina. Pero atribuir la responsabilidad de esta situación únicamente a directrices externas, como las provenientes de la Unión Europea, la ONU y Estados Unidos, parece simplista y evita asumir la responsabilidad propia en la gestión de este problema.

Petro, quien fue guerrillero en el país que hoy gobierna, insiste en que la guerra contra las drogas impuesta por Estados Unidos hace medio siglo ha fracasado y es cierto. Sin embargo, es importante recordar que Colombia nuevamente registra aumentos significativos en la producción de cocaína.

¿Cómo explica Petro eso y la reducción en la erradicación de cultivos de coca bajo su mandato?

En todo caso, la acusación de Petro de genocidio es una responsabilidad compartida.

La violencia relacionada con el narcotráfico es un problema grave sobre todo en algunos países de la región.

Además, el llamado de Petro a reducir la demanda de drogas a través de principios económicos y psicológicos como el amor, es un enfoque simplista que ignora la complejidad del problema. La lucha contra las drogas implica una serie de desafíos multidimensionales, incluyendo la aplicación efectiva de la ley, la prevención y el tratamiento del consumo de drogas, y la cooperación internacional.

Petro se divierte como protagonista de sus declaraciones.

Ayudaría más a América Latina que en lugar de culpar a fuerzas externas, Petro y su gobierno se centren en desarrollar estrategias efectivas para abordar el problema del narcotráfico y la inseguridad en Colombia.

Pero no, el presidente colombiano hace lo mismo que su homólogo en México: La retórica incendiária y las declaraciones relajadas y grandilocuentes como si fueran suficientes para resolver los problemas reales que enfrenta el continente.

América Latina merece más, necesita soluciones pragmáticas y liderazgos responsables en lugar de ocurrencias facilonas, declaraciones infundadas y peroratas polarizadoras.

Horacio De la Cruz S. | Twitter: @hcsblog | HCSblog