En un nuevo episodio que estremece a México y deja una profunda herida en el corazón del país, seis de los siete jóvenes secuestrados en Zacatecas fueron encontrados sin vida.

Fresnillo, Zacatecas.- Duele describir tanta sangre, tanto dolor que produce esta atroz noticia, confirmada por el secretario de Gobierno de Zacatecas, Rodrigo Reyes, y que despierta un grito de auxilio: ¡Paren este horror!

El séptimo joven, cuya identidad se mantiene en secreto por razones de seguridad, tuvo la suerte de sobrevivir y ha sido trasladado al Hospital General de Zacatecas, donde lucha por su vida y se convierte en un testimonio de la brutalidad que se está viviendo en el país.

Las víctimas, jóvenes con nombres y apellidos, sueños y esperanzas, eran Héctor Alejandro Saucedo Acevedo, Jorge Alberto René Ocón Acevedo, Sergio Yobani Acevedo Rodríguez, Gumaro Santacruz Carrillo, Oscar Ernesto Rojas Alvarado, Diego Rodríguez Vidales y Jesús Manuel Rodríguez Robles. Sus familias, ahora sumidas en el dolor y la tristeza, merecen justicia y respuestas.

Los primeros informes apuntan a que fue un recorrido aéreo el que permitió encontrar al joven sobreviviente. Agentes en helicóptero, descubrieron la presencia de tres cuerpos en la zona, que luego se elevaron a seis cuando llegaron los equipos de búsqueda en tierra. Estas imágenes dantescas nos recuerdan el nivel de violencia al que se enfrenta México en la actualidad.

La madrugada del 24 de septiembre, los jóvenes fueron arrancados por la fuerza en un rancho en la comunidad de Malpaso, municipio de Villanueva. Un comando armado irrumpió en el lugar, disparando al aire para después llevarse a los jóvenes, dejando atrás el miedo, la angustia y el sufrimiento en sus familias y comunidades.

Se desplegó un contingente de alrededor de 300 elementos del Ejército, la Guardia Nacional y agentes locales en la búsqueda de los jóvenes. Sin embargo, sólo uno sobrevivió.

Hay dolor en Zacatecas, mucho dolor.

La violencia, la muerte, la sangre, se han convertido en una parte trágica de la vida cotidiana en México. Frente a las declaraciones desgarradoras y lamentos de las familias enlutadas por el crimen, sólo se puede exclamar, una vez más: ¡Paren este horror!

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