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En una reedición de lo que fue una fractura real del PRI y que propició las condiciones que llevaron al magnicidio de Colosio después de ser debilitado políticamente por Manuel Camacho, quien todos los días de su campaña le robó reflectores al sonorense, hoy vemos a su entonces destacado hombre de confianza, Marcelo Ebrard, iniciar un proceso de contracampaña y sombra a Claudia Sheinbaum.
Marcelo ha dicho: "Si esas diferentes circunstancias que se dieron, incidencias en el proceso, se mantienen igual, yo ya no tendría interés en estar en Morena. ¿Por qué razón?, se pregunta.
Y en su mensaje a los medios de comunicación sobre su futuro político ante las elecciones presidenciales de 2024, nuevamente recordó a Andrés Manuel López Obrador, sus lealtades e insistió que su actuar "no es un arrebato" y, tal vez de manera cifrada, le recordó al mandatario un “acuerdo político”.
Le reprochó también que si se da carta de naturalización "para que se utilicen programas sociales, para que intervengan gobernadores, alcaldes, que vayan a los eventos, ¿por qué debería quedarme yo allí? ¿Cómo explicaría la lucha política que hemos dado?", comentó
Además, consciente del daño real que su postura hace a la ungida líder de la 4T, Claudia Sheinbaum, dio a conocer su estrategia política:
A partir del 18 de septiembre, formalizará su movimiento político a nivel nacional. No obstante, confirmó que él y sus seguidores siguen siendo parte de Morena. En esa fecha, también emprenderá un recorrido por todo el país para "reencontrarnos con quienes nos apoyaron, explicarles lo que les estoy comentando y, finalmente, concluir a mediados de octubre".
Para entonces, el daño a Claudia Sheinbaum y Andrés Manuel López Obrador ya estará hecho y será irreversible.
Por lo tanto, la permanencia de Ebrard en Morena ya no depende de la respuesta a la impugnación. Es más, el comité ejecutivo de Morena y el presidente Andrés Manuel López Obrador ya han definido que no se repondrá el proceso que nombró a Claudia Sheinbaum coordinadora de la defensa de la 4T.
La respuesta de Ebrard parece más una estrategia de venganza. Lo que sigue es un proceso de debilitamiento al interior de las filas de Morena. Una lenta sangría que detonará la rebeldía de militantes, principalmente en aquellas entidades donde se esperan elecciones de gobernador donde, como sucedió con las corcholatas presidenciales, ya hay quienes solo esperan el momento para que les confirmen que ellos o ellas son los ungidos más allá de cualquier proceso interno de selección.
Ebrard ya prendió la hoguera en la que Morena arderá a fuego lento. Como reza el clásico: "Lo malo es lo bueno que se va a poner".
Horacio De la Cruz S. | Twitter: @hcsblog | HCSblog
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