Claudia Sheinbaum ha sido ungida como la líder de Morena que llevará a cuestas la candidatura presidencial para 2024. Un dedazo presidencial que asomó mucho antes de la encuesta que hoy tiene a Marcelo Ebrard y sus huestes, tan molestos.

No, no hubo democracia. Hubo una imposición disfrazada. Fue un dedazo presidencial que Andrés Manuel López Obrador se arrogó porque simplemente es el líder del partido en el poder. Selecciona y designa de manera directa a candidatos. Así ha sido y así será para el resto del proceso y la contienda del próximo año.

AMLO decide quien puede y quién no, ocupar un cargo importante, como una gubernatura estatal o una candidatura al congreso, sin que exista un proceso de elección interna o primarias.

Morena es como el nuevo PRI, o como el PRI resucitado.

Son nuevos tiempos con viejas prácticas, como cuando el PRIato gobernaba el país de manera hegemónica. Nuevamente, el presidente en funciones, que es el líder del partido, tiene un poder absoluto y decide quiénes serán los candidatos a diversos cargos públicos y de elección popular.

AMLO, como en los viejos tiempos de su militancia priista, usa el "dedo" para señalar a la persona elegida.

Una práctica que mucho criticó en el pasado el hoy presidente por ser antidemocrática, porque no permite la participación de la base del partido ni de la ciudadanía en general en la selección de candidatos.

Ahora, simulando un sistema de competencia, el dedazo se ha consumado: #EsClaudia.

No hay sorpresas. La decisión sobre Claudia se tomó de manera unilateral meses atrás.

Morena, por fin, se ha consolidado como un partido antidemocrático.

¡Viva la cuarta transformación!

¡Viva López Obrador!

Horacio De la Cruz S. | Twitter: @hcsblog | HCSblog