Xochimilco, CDMX.- Los problemas que aquejan a la comunidad de prestadores de servicios turísticos van más allá de las aguas tranquilas y las fiestas alegres que caracterizan a Xochimilco. Los prestadores de servicios, quienes dependen en gran medida de las tradicionales trajineras para su sustento, han expresado su frustración y descontento con la administración de Acosta, a quien nuevamente acusan de ser el "alcalde más corrupto" que ha tenido Xochimilco.
Después del aumento en las tarifas oficiales para los paseos en trajinera y a pesar de que se prometieron mejoras en la seguridad, la eliminación de los guías pirata, el uso de chalecos salvavidas y el control del consumo de alcohol a bordo, los prestadores de servicios turísticos alegan que estas promesas quedaron en papel mojado.
La falta de seguridad en los embarcaderos y en los canales es una de las preocupaciones más graves que enfrentan tanto los prestadores de servicios como los visitantes. La creciente presencia de narcotraficantes y delincuentes ha convertido lo que alguna vez fue un paraíso turístico en una zona peligrosa y propensa a la inseguridad.
Las trajineras, símbolo icónico de Xochimilco, también están en el ojo de la tormenta. Los prestadores de servicios denuncian que los remeros no están debidamente capacitados y que la falta de profesionalismo pone en peligro la seguridad de los pasajeros.
Los accidentes se vuelven una amenaza latente en cada viaje, y la ausencia de personal calificado para responder a emergencias agrava aún más la situación.
Sin embargo, uno de los aspectos más preocupantes es la acusación de que los dueños de las trajineras se ven obligados a pagar un "moche" del 50% de sus ganancias al alcalde José Carlos Acosta.
El llamado es claro y directo: Xochimilco necesita un cambio. Los residentes y los prestadores de servicios turísticos claman por una gestión municipal transparente y efectiva que responda a sus necesidades y proteja la herencia cultural y turística de la región.
Mientras tanto, las aguas de Xochimilco, que alguna vez fueron sinónimo de alegría y tradición, ahora reflejan preocupación y descontento en esta comunidad emblemática de la Ciudad de México.
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