Observadores mediáticos señalan que el presidente Andrés Manuel López Obrador dice un promedio de 103 mentiras en cada mañanera. Otros le han contabilizado más de 100 mil falsedades en sus declaraciones.

De manera que lo que dijo este 4 de septiembre, parece difícil de creer: el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, anunció su intención de ceder el "bastón de mando" de la Cuarta Transformación a la ‘corcholata’ que resulte electa del proceso interno de su partido, Morena, el próximo miércoles 6 de septiembre.

Identificado como un fanático del poder, controlador absoluto y con ánimos transexenales, esta acción simbólica anunciada por él mismo plantea dudas sobre el futuro de su movimiento político.

Primero porque la elección del 2024 no va a ser un día de campo. Después porque con solo un año restante en su sexenio, López Obrador está metido de lleno en el proceso electoral -según él- para asegurar la continuidad de la Cuarta Transformación, el proyecto político transexenal que ha impulsado desde su llegada al poder el 1 de septiembre de 2018.

De ahí que, escucharle decir "acuérdense que yo ya voy de salida, a mí me falta un año, yo voy a entregar el bastón de mando del movimiento de transformación. Ya pasado mañana entrego el bastón de mando a quien gane la encuesta", francamente más que conmovedor resulta inverosímil.

Todo mundo sabe que #EsClaudia.

Así que la figura que -en palabras de AMLO- tendrá la responsabilidad de “dirigir el movimiento de transformación”, mientras él se prepara para concluir su mandato el 30 de septiembre de 2024, no es más que una continuidad disfrazada.

"Ya la dirección del movimiento de transformación ya va a estar a cargo de quien reciba el bastón de mando", afirmó el presidente, pero no es más que otra de sus más de 100 mil mentiras.

Como sea, el proceso de encuestas para seleccionar al próximo líder del movimiento cuatro teísta, se encuentra en su etapa final.

Nadie espera con impaciencia el desenlace. Sólo, tal vez, con morbo político, la confirmación de que Claudia Sheinbaum siempre fue la elegida de quien escogió como método una farsa para esconder el dedazo que consuma uno más de los actos autoritarios de ese que se dice demócrata.

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