El gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina, quien con regularidad comparte en redes sociales sus encuentros políticos y eventos de carácter protocolar, parece estar dejando a los ciudadanos poblanos una desoladora factura de inseguridad y delitos (a menudo no oficialmente registrados).

Este problema no se limita a una sola región. Tanto en la Sierra Norte, que ha adquirido notoriedad nacional por sus lazos con el huachicol y su rol como refugio para delincuentes de alto perfil, como en la Sierra NorOriental, en la región de Serdán, e incluso en la mismísima Angelópolis, la delincuencia parece tomar fuerza sin que quede claro su origen. Y esto a pesar de la presencia de fuerzas policiales bajo su mando general, que parecen estar en todos lados del estado.

Es desconcertante cómo la delincuencia local y foránea encuentran espacio para crecer, considerando la saturación de agentes en las vías públicas y carreteras. Sin embargo, esta paradoja se aclara al observar los retenes que han sido erigidos, deteniendo indiscriminadamente a ciudadanos corrientes que transitan en sus vehículos modestos, algunos cargados con enseres o productos locales.

Señor gobernador no espere que le aplauda. La pregunta es legítima: ¿Quién se está beneficiando del estado de cosas en Puebla? El viejo adagio se hace presente, ya que los crímenes arraigados rara vez existen sin el respaldo de alguna forma de complicidad oficial.

El enfrentamiento armado que se desató en Xoxtla no puede ser pasado por alto. Este incidente desencadenó una ola de caos y violencia, exponiendo de manera irrefutable la cruda realidad que enfrenta la entidad poblana.

Como sucesor del fallecido Miguel Barbosa Huerta, el gobernador Sergio Salomón tiene una responsabilidad crucial en este panorama.

El tiempo de discursos vacíos ya ha quedado atrás. Desde su asunción al poder ejecutivo estatal, Sergio Salomón tomó decisiones polémicas en materia de nombramientos y estructura. Aunque solicitó el beneficio de la duda, hasta ahora solo se ha vislumbrado una serie de operativos que no han logrado traducirse en resultados tangibles en lo que concierne a la seguridad.

De lo demás, mejor ni hablamos, por ahora.

La balacera y persecución en Xoxtla deja una huella de tensión en Puebla. Aunque las fuerzas policiales demostraron una movilización constante en el área, enfrentándose de manera heróica por restaurar la calma y el orden, la sensación de inseguridad se mantiene arraigada en la que alguna vez fue una entidad federativa tranquila y segura.

Puebla está amenazada por un incremento gradual de la delincuencia, lo que alimenta el coro de voces que señalan cada vez con mayor insistencia al novel gobernador. Los eventos que poco a poco desafían el dominio de la ley, parecen ganar terreno en la agenda pública.

Sergio Salomón, esperemos que sin proponérselo, va tejiendo un saldo rojo en su mandato.

Horacio De la Cruz S. | Twitter: @hcsblog | HCSblog