El Instituto Nacional Electoral (INE), la autoridad electoral en México, parece estar perdiendo su poder y relevancia en el actual panorama político. Se ha convertido en un mero adorno, un florero sin autoridad real, que no es tomado en cuenta por nadie, especialmente por aquellos que deberían respetar y acatar sus mandatos.

En los últimos días, hemos sido testigos de varios ejemplos de esta realidad.

Apenas unos días después de que el INE solicitara a Morena frenar la promoción ilegal de sus aspirantes, presenciamos un mitin protagonizado por Claudia Sheinbaum en Puebla, donde cientos de personas fueron movilizadas para aclamar a la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México.

El hecho de que este evento se llevara a cabo a pesar de las indicaciones del INE es una clara muestra de desprecio hacia esta autoridad electoral.

Parece que los mandatos y las normas electorales vigentes son simples sugerencias que pueden ser ignoradas a conveniencia. Y lo más alarmante es que esta falta de respeto comienza desde el propio presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.

Cada mañana, durante sus conferencias de prensa conocidas como "mañaneras", el presidente López Obrador utiliza este espacio para enviar mensajes de promoción política. Aunque se podría argumentar que estas conferencias son un mecanismo de comunicación directa con el pueblo, es innegable que también se utilizan como una plataforma para impulsar la imagen de Morena y las preferencias electorales presidenciales.

Esta constante promoción política en las mañaneras se ha vuelto tan común que ya casi ni nos sorprende. Sin embargo, es importante señalar que esto socava la imparcialidad y la equidad en los procesos electorales.

El INE, por su parte, también tiene su cuota de responsabilidad en esta situación. Es necesario reflexionar sobre cómo ha llegado a este punto, donde su autoridad se cuestiona y se ignora de manera flagrante.

El INE: ¿Ha perdido su capacidad para hacer cumplir las normas? ¿Ha debilitado su independencia y autonomía frente a los intereses políticos? Estas son preguntas que debemos plantearnos seriamente.

Es fundamental que se fortalezca la figura del INE y se garantice su capacidad para hacer valer las reglas del juego democrático. La promoción política anticipada y la violación de las normas electorales deben ser sancionadas de manera efectiva y ejemplar. Solo así se podrá restaurar la confianza en esa institución y asegurar la igualdad de condiciones para todos los actores políticos.

En un sistema democrático, el respeto a las instituciones y el acatamiento de las reglas son fundamentales para garantizar la transparencia y la legitimidad de los procesos electorales. Si el INE se convierta en un simple florero, perdiendo su poder y autoridad frente a quienes deberían respetarlo, triste el futuro de nuestra democracia.

Horacio De la Cruz S. | Twitter: @hcsblog Asuntos de Estado