Lo ocurrido en el Senado de la República el pasado viernes, es preocupante.

Pareciera que estamos retrocediendo en el tiempo. Que estamos en los tiempos del PRI.

La mayoría de los senadores acudieron a Palacio Nacional en busca de la ‘línea’ del Ejecutivo, ante la impaciencia del Mandatario al ver que se atoraba el proceso para que le aprobaran la cascada de leyes que tanto le interesan en el último tramo de su sexenio.

Es lamentable que los senadores de Morena hayan cedido su autonomía a cambio de una solución rápida a un problema que ellos mismos generaron.

Este episodio demuestra la falta de respeto a la división de poderes y a la autonomía del Legislativo.

La visita de los senadores a Palacio Nacional muestra una clara subordinación del Senado ante el Ejecutivo, lo cual es inaceptable en un sistema democrático y constitucional.

Además, el hecho de que los senadores de Morena y aliados se retrataban sonrientes en Palacio Nacional, mientras los opositores daban sus posicionamientos en la sede del Senado, muestra una clara polarización política y una falta de diálogo y respeto hacia la oposición.

La senadora por el PAN, Xóchitl Gálvez, al encadenarse al escaño de la presidencia de la Mesa Directiva, trató de boicotear la nueva sesión a la que convocó la bancada de Morena.

No prosperó porque cambiaron la sede a un patio. Al final, ambas acciones no contribuyen a la solución de los problemas y generan mayor tensión y polarización en el ambiente político.

La política está desacreditando a la democracia mexicana y esto traerá consecuencias. Por lo pronto se anuncia un alud de impugnaciones a lo aprobado por Morena.

A estas alturas parece que los principales actores políticos no renunciarán a sus intereses partidistas y la confrontación será mayor.

Es una lástima que el diálogo haya quedado de lado, que es lo que puede beneficiar al país y a los ciudadanos.

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