Gustavo Huerta resultó ganador de la rifa.
Al acudir al momento en el que se le haría entrega de las llaves, Gustavo decidió regresarle el auto que ganó pues dijo, “no tengo corazón para quitarle el auto a un padre que hizo todo por su hija”.
El padre conmovido, dio las gracias y exclamó “todavía hay gente buena”.
Una historia breve, simple, pero conmovedora la de este padre que, como muchos otros, hacen hasta lo imposible para resolver los problemas de la familia de manera honesta y responsable.
Esta no es la única historia de su tipo, sino una muestra más de la bondad humana que a menudo se encuentra en los lugares más inesperados. Recuerdo una historia similar de un hombre que vendió su casa para costear el tratamiento médico de su hijo enfermo. Después de enterarse de la situación, un extraño decidió pagar las facturas médicas del niño y devolver la casa al padre.
Estas historias demuestran que todavía hay gente buena en el mundo que está dispuesta a ayudar a los demás en momentos de necesidad.
Aunque a veces la crueldad y la injusticia parecen estar en todas partes, la bondad sigue siendo una fuerza poderosa que puede cambiar vidas y comunidades enteras. La bondad no tiene límites geográficos ni culturales, y siempre es importante destacar y celebrar los actos de bondad y generosidad.
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