Cuatro años perdidos en materia de salud.

Cientos de miles de muertes después.

Millones de recetas sin surtir.

Una infraestructura médica y hospitalaria que se cae a pedazos en todo el país y un largo etcétera, para que al final de una cadena de costosos errores por más de cuatro años, y con la dispensa de trámites, Morena aprobara la reforma legal que desaparece al Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi).

Ahora, como si eso ofreciera una solución real, inmediata, surge al IMSS-Bienestar, como organismo descentralizado.

“La Secretaría de Salud realizará las gestiones que resulten necesarias para llevar a cabo la extinción del Instituto de Salud para el Bienestar”, dice el cuarto transitorio de la reforma.

El Insabi transferirá al IMSS-Bienestar recursos humanos, presupuestarios, financieros y materiales, así como los inmuebles, derechos y obligaciones, todo ello en un plazo de 180 días naturales, luego de publicada la reforma.

Si es aprobada en el Senado en el actual periodo de sesiones, en seis meses el IMSS-Bienestar deberá dar la atención médica a todos los mexicanos sin seguridad social y, en 2024, deberá consolidar el nuevo esquema, para que el Ejecutivo pueda cumplir con su oferta de un sistema de salud “como el de Dinamarca”.

El IMSS-Bienestar va a manejar el menguado Fideicomiso de Salud para el Bienestar, con el cual se fondeaba el Seguro Popular, que decía AMLO “no es seguro, ni es popular”, pero -sin duda- nada peor como la ocurrencia suya del Insabi.

Deseo mejor suerte a la iniciativa porque su fracaso significaría el sufrimiento humano de millones de personas, pero no soy optimista.

La iniciativa del IMSS-Bienestar se parece más a una acción de gobierno desesperada y urgente para enterrar su fracaso en materia de salud.

Una estrategia política para borrar en el discurso presidencial y en el debate electoral el fracaso monumental en materia de salud que, como el manejo de la pandemia de COVID-19, ha costado cientos de miles de muertes.

Ya se verá si apostar a que millones de mexicanos tienen flaca memoria de corto plazo, da votos o, como dicen: “tonto es el que piensa que el pueblo es tonto”.

Horacio De la Cruz S. | Twitter: @hcsblog | HCSblog