El contagio del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), de COVID-19 por tercera vez, ha generado preocupación sobre su estado de salud.

No es para menos. A pesar de que el mandatario ha asegurado que su corazón está bien (al 100, dice él), su historial médico es motivo de alerta, ya que ha sufrido padecimientos del corazón y otras enfermedades.

En enero de 2022, AMLO estuvo en riesgo de sufrir un infarto, por lo que se sometió a un cateterismo.

En septiembre del mismo año, el medio de comunicación Latinus difundió documentos de la Secretaría de la Defensa Nacional que revelaron que el presidente había sido diagnosticado con gota, hipertiroidismo y "angina inestable de riesgo grave".

AMLO ha admitido que padece al menos hipertensión, problemas de tiroides y del corazón, lo que eleva las preocupaciones sobre su salud más allá del contexto del COVID-19.

A pesar de que el presidente ha asegurado que su estado actual de salud no es grave, la probabilidad de que se complique su situación médica en cualquier momento, es motivo de preocupación.

Ante esta situación, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, que encabeza las mañaneras en su ausencia, se muestra mesuradamente optimista sobre el estado de salud del presidente.

La salud del presidente, ya se sabe, es un asunto de preocupación para todos los mexicanos, especialmente por la transición política que el país vive.

En Palacio Nacional, mientras tanto, se han encendido alertas que van a permanecer en amarillo, sobre todo por las enormes dudas que hay sobre el diagnóstico médico real que obligó al presidente a guardar reposo.

Horacio De la Cruz S. | Twitter: @hcsblog | HCSblog