Es lugar común afirmar que la educación es uno de los pilares fundamentales del desarrollo de Puebla.

Se le ha escuchado decir a cientos de políticos y dirigentes sindicales que es a través de la educación que se forja el futuro de una sociedad, se forman ciudadanos responsables y se crean las bases para un crecimiento sostenible y duradero.

Y es cierto.

Lamentablemente el destino de la educación pública en cualquier parte del país, está a la deriva. No por el común de los trabajadores magisteriales, sino por las estructuras de intereses creados y corrupción que se han arraigado en completa impunidad.

En unos días más, el magisterio poblano acudirá a elegir a sus dirigentes sindicales. No sería nada extraordinario de no ser porque la corrupción como modelo de liderazgo está por sentar sus reales, cuando menos en la sección 51 del SNTE.

Por ser un tema sindical, la Secretaría de Educación Pública como parte del Poder Ejecutivo se mantiene al margen, pero: ¿qué ocurrirá cuando la titular María Isabel Merlo Talavera, por más Rosa que vea el color, escudriñe un poco y salte a la vista toda una red que ha venido socavando la legalidad de las plazas titularidad C entre familiares y ‘amigos’, además de aviadores, tráfico de plazas, facturas apócrifas, uso indebido de recursos, de cuotas sindicales, y un largo etcétera?

¿Se mantendrá al margen por ser el Sindicato más grande y poderoso del país y de Puebla?

¿Intervendrá y presentará las denuncias correspondientes y desatará lo que podría ser uno de los mayores escándalos de corrupción en la vida magisterial de la sección 51 del SNTE?

¿Se impondrá su “criterio” de política profesional, ese que manda callar para mantener las aguas negras de la corrupción tranquilas?

¿Prenderá el ventilador?

No es una decisión fácil, pero es el primer tema importante que Merlo Talavera tiene en su escritorio, con el que la medirán no sólo a ella, sino también al novel gobernador poblano, Sergio Salomon Céspedes Peregrina.

Hay quienes cometen delitos relacionados con la función pública, con un descaro enorme. Creen que nada les puede ocurrir porque el sistema está diseñado para darles impunidad.

Y como Elba Esther Gordillo cada que pueden van por más, más y más, porque no pasa nada.

Descaradamente comentan: Elba Esther Gordillo fue arrestada en 2013 por cargos de malversación de fondos y lavado de dinero. La Fiscalía General de la República acusó a Gordillo de desviar alrededor de 2 mil millones de pesos del sindicato para su propio uso. ¿Qué pasó? ¡Nada!

Esa presunción les da patente para abusar y llevar a la práctica las mismas conductas que Gordillo.

Han perdido toda dimensión de moderación en el ejercicio público. Todo es poco, no hay límite.

Casas, vehículos costosísimos, viajes al extranjero, indumentaria de las marcas más caras y extravagantes, y un largo etcétera que sale del dinero público asignado al sector educativo.

¿Y la educación que se ofrece a los niños y jóvenes poblanos? ¡Que se joda!

Hace tiempo que los miembros del SNTE perciben que algunos de sus líderes están desviando fondos para beneficio propio en lugar de luchar por sus derechos y beneficios laborales, que no son pocos comparados con el resto de la burocracia.

Pero al final guardan silencio por una sencilla razón: la impunidad campea descaradamente. Gobiernos van y gobiernos vienen, al final, todo permanece igual.

Así que, tal vez, nos disponemos a observar cómo la elección de la nueva dirigencia de la sección 51 del SNTE, toma forma de botín en la más completa impunidad.

Fotografía: SEP/Puebla

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