Carstens explica que una de las características de la inflación mundial actual, es que muchos países tanto emergentes como avanzados tienen inflación por encima del 5% resultado de un choque entre oferta y demanda. Es decir, frente a la caída profunda de la actividad económica durante los confinamientos se generó la percepción de una gran contracción. Los países respondieron con políticas fiscales (principalmente) y monetarias muy agresivas (expansivas) para que la recuperación ocurriera de manera acelerada.
Luego vino la invasión a Ucrania que generó otro choque de oferta, inflación y pérdida de la actividad económica en varios países. Por otro lado, aún continúa el problema de la demanda. Es decir, el gasto público en exceso, motivado por los programas de apoyo gubernamentales.
¿Qué va a ocurrir? En palabras del propio Carstens: “pienso que va a ser difícil que regresemos a una situación como la de la década pasada, cuando la inflación se encontraba de manera perdurable por debajo de los objetivos. Ha habido cambios en las economías y esto nos va a poner en niveles más tradicionales de la inflación, alrededor del 2% y donde los bancos centrales van a tener que estar muy vigilantes”.
Lo que no dijo Carstens es que ese objetivo de baja inflación no se logrará sin sacrificios.
El Monetarista
Sin dogmas, pero fiel a la escuela de Chicago donde se doctoró, sabe que la inflación es en todo lugar y en todo momento un fenómeno monetario, causada principalmente por un aumento en la oferta monetaria en la economía, y que la única manera de reducirla es mediante una política monetaria restrictiva.
No hay de otra, como Milton Friedman, sabe que el gobierno debe fijar una tasa de crecimiento de la oferta monetaria a largo plazo y mantenerla en reducción gradual y constante, independientemente de las fluctuaciones económicas a corto plazo.
El axioma es el siguiente: una política monetaria restrictiva, gradual y constante, conduciría a una reducción gradual y constante de la inflación.
Sin embargo, este proceso lento y políticamente no rentable, requiere un alto grado de disciplina por parte de los gobiernos y los bancos centrales.
El Banxico
El Banco Central mexicano, hoy intervenido por la 4T a través de la gobernadora Victoria Rodríguez Ceja y un par de sub gobernadores, estará imposibilitado políticamente a tomar en cuenta las recomendaciones de Agustín Carstens.
Es decir, el Banco de México no va restringir la oferta monetaria porque el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha fundado su gobierno en el gasto público y el subsidio a las empresas paraestatales que día con día presionan más los requerimientos financieros públicos.
Entonces, de acuerdo con Carstens, la inflación en México persistirá mientras en el Banxico predomine la expansión monetaria combinada con altas tasas de interés.
Ahora que López Obrador pretende ser el cruzado contra la inflación en América Latina, si es en serio, cuando menos en México, ni modo presidente, su gobierno tendrá que comportarse en los hechos conservador, ortodoxo y neoliberal. En su discurso puede seguir diciendo lo que quiera.
Horacio De la Cruz S.
Twitter: @hcsblog
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